lunes, 24 de diciembre de 2007

¡Pinches Itzáes! (no apto para cardíacos)

¡Pinches Itzáes! (no apto para cardíacos)

( (by Agustin Antunez Corrales & ISMA: "Iniciativas de Sostenibilidad Medioambiente y Autogestion") , Profesor Titular de Biología Animal de la Universidad de Málaga, 29071, Málaga. antunez_aEN
uma.es, उनिवेर्सिदाद्प्लानेतारिया@जीमेल.com

Hace unos años, los mayas Itzáes, lanzaron una petición de socorro a los expertos en conservación de la naturaleza, a través de la prestigiosa revista “Conservation Biology” (www), para que ampliaran su visión e incluyeran en sus planes de conservación las demandas de los pueblos indígenas.

Ahora somos nosotros, como científicos, los que además de agradecer aquella llamada de socorro, pedimos a los mayas Itzáes y a los pueblos indígenas su inestimable apoyo, desde la ciudad más destruida, situada en la costa más destruida de Europa, y desde el estado más contaminador del mundo por nº de habitantes.

A continuación pasamos a describir, sucintamente, un nuevo paradigma de la conciencia que llamamos “Simbiodiversidad”, fruto de la simbiosis entre el conocimiento científico y las luchas socioambientales en las que participamos, y que creemos nos puede ayudar a comprender la coyuntura tan especial en que se encuentra la humanidad.

La Simbiodiversidad, como cualquier otro tipo de conocimiento, es resultado de un aprendizaje colectivo. He preferido firmar individualmente este artículo (entre paréntesis) porque pienso que así se puede comprender mejor la génesis de este nuevo paradigma.

Un poco de “ridículum”

Nací en 1953 (“año del ADN”), a unos paos de la catedral de Málaga. Mi familia pertenecía a la oligarquía local y vivíamos en un enorme ático en la calle más céntrica de la ciudad, dado que mi bisabuelo materno era administrador de los marqueses de Larios. Mi abuelo materno, que fue asesinado al principio de la guerra civil, era concejal del ayuntamiento de la ciudad. Mi abuelo paterno era agricultor, había heredado una pequeña huerta al sur de la sierra del Torcal pero, sorprendentemente, en pocos años se convirtió en un latifundista famoso, llegando a juntar 11 haciendas o “cortijos”, que luego heredaron sus numerosos hijos.
Recientemente escuché que la guerra de Cuba y su necesidad urgente de recursos fue una de las causas que facilitaron el rápido enriquecimiento de “Frasquito de Cherino”. Pero entre los campesinos se transmitió una leyenda que afirmaba que mi abuelo, al que por eso apodaban “tío tinajero”, había hecho fortuna al encontrar una orza llena de monedas de oro. Lo curioso es que si ustedes visitan el cortijo “La Atalaya”, en Álora, que fue el segundo en adquirir, encontrarán numerosos restos romanos, capiteles, columnas, cerámica, etc…

En cualquier caso, si recordamos aquí esta historia del tesoro, es porque guarda una relación muy interesante con la Simbiodiversidad.

Durante mi juventud y adolescencia me nutrí, por tanto, de dos culturas muy diferentes en muchos aspectos: la del campo, donde pasaba todas mis vacaciones, y la urbana, durante el curso escolar, que seguía en el colegio de los Maristas.

En Diciembre de 1979 (“año de Gaia”) ingreso como profesor de biología animal en la incipiente Universidad de Málaga. Pero con el tiempo voy comprobando como la evolución de la biología académica se distanciaba cada vez más del conocimiento directo e intuitivo que había adquirido en contacto directo con el campo durante tantos años. Diciembre de 1988 implica una fuerte inflexión en mi trayectoria universitaria. A partir de esa fecha, empiezo a ampliar mi visión, al integrarme en la lucha de los movimientos sociales y en perspectivas educativas menos académicas. A.S.P.A, la ong más antigua de Andalucía, el colectivo EDUMA de educación ambiental, SOL-ETNIA, la asociación I.S.M.A., el grupo TRANS de la UMA, la fundación RIZOMA y la Asamblea por la Supervivencia de los Baños del Carmen, resumen casi dos décadas de una aventura apasionante en el aprendizaje de una biología más amplia y realista.

Los biólogos animales son animales muy paradójicos, ya que estudian a todos los demás animales excepto a la especie a la que pertenecen, la especie humana. Quizá no llegue al 0,7 % los conocimientos relacionados con lo humano y lo social que se imparten en la licenciatura de biología de la UMA o de otras muchas universidades.

Mi primera visita a la región Maya fue en el decisivo año de 1992, a través de un proyecto de A.S.P.A. con la asociación quiché “Majawil Q’ij” (“Nuevo Amanecer”). Asistimos a varios reuniones de colectivos mayas en las que pudimos comprobar su claridad de ideas y sus fuertes lazos comunitarios.

El impacto de este viaje hizo que poco tiempo después compatibilizara mis actividades académicas con el aprendizaje de danzas milenarias de Mesoamérica, y que participara en múltiples ceremonias y actividades relacionadas con el mundo indígena.

En Diciembre de 2005, tras dos intentos de represión de mi libertad de expresión por involucrarme en diversas luchas, opté por exiliarme unos meses a la península de Yucatán. Allí pude reflexionar y tratar de explicar por escrito todo lo que había pasado. Sin duda alguna, el desarrollo de la Simbiodiversidad ha tenido mucho que ver con estos sucesos. Un nuevo paradigma supone siempre una ruptura con la mentalidad científica dominante. Las instituciones pagan a sus científicos para que amplíen el conocimiento de una sociedad, pero los resultados más innovadores resultan muchas veces incomprendidos, hasta que terminan por aceptarse.

La Simbiodiversidad surge en las fronteras del conocimiento establecido. Forma parte de la “guerrilla” científica, alejada de la rígida programación de los proyectos subvencionados, que indudablemente recortan la libertad de expresión del científico convencional. Por ello, de momento no existe, un sitio “web” dedicado a ella, aunque en Internet pueden consultar diversa información relacionada.


¿Simbiodiversiqué?

La Simbiodiversidad surgió en las comunidades de aprendizaje de la UMA como una forma de ampliar la visión de los estudiantes de biodiversidad y conservación. En los últimos años hemos presentado diversas comunicaciones a congresos que pueden ser consultadas en (www).

Lo que empezó como una visión ampliada del concepto de biodiversidad, con el tiempo se ha convertido en un nuevo paradigma de la conciencia. Esta afirmación, que en principio puede resultar sorprendente y exagerada, está respaldada por numerosos descubrimientos científicos realizados en diversos campos del conocimiento.

En estas últimas décadas hemos presenciado como la ciencia más actual (por ejemplo la física cuántica) convergía con los conocimientos de las culturas más antiguas de la humanidad. A medida que el mundo se iba haciendo más multicultural y más interconectado, el proyecto de ciencia europea, pretendidamente único y universal, se iba mostrando mucho más mestizo en sus raíces culturales así como en sus resultados científicos. La Simbiodiversidad mama de esta inevitable fusión y no es más que una forma práctica, de mostrar ese nuevo paradigma que se intuía hace ya tiempo.

Se puede interpretar también como la maduración de dos conceptos surgidos desde las especialidades científicas hace un par de décadas: la biodiversidad y la sostenibilidad. En ambos casos la aplicabilidad de tales conceptos ha estado hasta ahora condicionada por una visión demasiado especializada y de utilidad demostradamente limitada.

Por otro lado se cumplen ahora 40 años de las revoluciones de 1968. Estos acontecimientos supusieron una crítica a la idea dominante de “progreso”. Desde entonces y en múltiples frentes, tanto universitarios como de los movimientos sociales, se ha ido urdiendo un verdadero arsenal de conocimientos y experiencias muy rico y práctico que a día de hoy nos muestra, de manera realista, las respuestas y los caminos posibles para que la humanidad se siga perpetuando como especie.

Y este es el tesoro de la Simbiodiversidad. El científico transdisciplinar es un espécimen raro pero muy interesante. Como un nómada del conocimiento, y sin abandonar la especialidad “que lo parió”, recorre con una gran libertad e indisciplina los campos de conocimiento que la vida le va poniendo por delante; así se encuentra en una situación privilegiada para descubrir, estudiar e interconectar las novedades que se van produciendo en múltiples especialidades científicas, que automáticamente reconecta con la suya propia (en mi caso biología animal). Una manera intuitiva de explicarlo es pensar en una turbina, o generador. Mientras el especialista dedica su tiempo a una sola disciplina, el nómada del conocimiento conecta unas con otras de forma que cada vez que vuelve a una de ellas su visión se ve enriquecida por esa simbiosis relacional. Y como en un generador se genera energía, en el caso de la transdisciplina, lo que se va generando es un conocimiento multiplicativo que brota cada vez con más creatividad. Lo sorprendente es que el lenguaje utilizado se hace cada vez más sencillo y por tanto cada vez más comprensible y universal, muy alejado del lenguaje especializado.

Sin duda en este caso mi propia experiencia vital y la disciplina donde inicié mi andadura tienen mucho que ver con los resultados que estamos obteniendo.

La Simbiodiversidad es un gran regalo para todos los niños y niñas del mundo. Es un verdadero cofre lleno de tesoros de un valor incalculable en los tiempos que vivimos. Los tesoros a los que nos referimos son los numerosos descubrimientos científicos de las últimas décadas que, a pesar de su relevancia, seguían vírgenes en sus respectivas especialidades, o al menos habían trascendido muy poco a otras disciplinas y a la sociedad.

Los científicos especialistas son esclavos de lujo en esta sociedad. Su misión es traducir la vida a un lenguaje que solo conoce una pequeña parte de la humanidad. Si este conocimiento no pasa, adecuadamente digerido, a la sociedad no es conocimiento útil. Es labor de los científicos más transdiciplinares la traducción de tales conocimientos en un lenguaje y una aplicabilidad social.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

yesyukan