En Educación Superior, como indican otros posts, se está usando la meditación budista por sus múltiples ventajas. ¿Meditan también las chamanas y chamanes? Habría que ver las diferencias entre el chamanismo y el budismo. Tanto el budismo tibetano, como el zen y el tao toman ingredientes del chamanismo, que podríamos considerar como el tronco de donde derivan tanto las religiones, como la medicina, la ciencia y demás. Claro este planteamiento puede aún chocar con las alergias que este occidental mundo muestra (o mostraba) hacia el chamanismo. ¿Habéis visto acaso a algún político fotografiarse junto a un chamán? Si lo han hecho al lado de lamas, por ejemplo. En el Estado español, (recordar lo de "madre patria") tras quinientos años esa herida sigue abierta. Afortunadamente han sido muchas personas las que de ese continente llegaron, desde la campaña del 92, a deshacer tantos entuertos. Porque mucho se habla de la represión física y o política de los pueblos, por ejemplo indígenas. Poco se habla, no obstante, de recuperar estas antiguas tradiciones que hemos compartido por todo el ancho mundo. Y digo yo que ya va llegando la hora de quitarnos de encima tantos siglos de inquisición. Dentro de poco será una rutina montar un huerto con marihuana en los colegios. Si lo pensamos desde la lógica del sentido común, de milenios utilizando estas técnicas y plantas sagradas, en todos los continentes, será una bonita manera de atar la alianza de las civilizaciones. Alborán como útero. Frente a Alborán como absurda frontera que no para de desangrarnos, incluso económicamente, a ambas orillas.
La meditación chamánica tiene más que ver con el acecho y el movimiento. En la naturaleza. Viaje a Ixtlán. En los lugares fríos hay mucho tiempo disponible en la quietud de nuestro refugio. En otras áreas, donde el aire libre es más solidario, la contemplación en movimiento está servida, dado el mucho tiempo que pasamos al aire libre.
Eso sí, el aula jerárquica esclava tiene también mucho de meditación. Es un encierro intramuros. Es un área silenciosa. Es un espacio sensorialmente casi vacío. El actor principal domina acusticamente los huecos del aula. El 99 % de la población de tal encierro, ni rechista. Y son 1500 horas cada curso (que por fín termina). La lateralidad está anulada. No hay diferencias entre el paisaje a la izquierda y a la derecha. La atención dominante es hacia el testero del estrado. Hacia allí se dirigen miles de millones de miradas cada día. Mientras escuchan una voz desde el mismo ángulo. Es una hipnosis. Es una abducción.
En las etapas más jóvenes, no obstante, observamos mucha rebelión. El mayoral no puede ejercer su labor meditativa desde la quietud que desearía. El ganado ya no es más ganado y se rebela.
Mientras tanto, encuentran que los autistas mejoran su comunicación en el campo. Encuentran que los ciegos se orientan con los sonidos que rebotan dentro del ecosistema. Que los taxistas de londres les crece como a monstruos el cerebro, echando a bajo la ley de ramon y cajal, de la "inevitable" muerte cerebral progresiva desde la adolescencia. Desde luego en esas aulas esclavas poca regeneración debe darse. Desde dentro de sus neuronas, las inquietas mitocondrias se rebelan. Esto no puede ser. Hay que romper el aislamiento. Y los chavales llegan incluso a pegar a los profes. Y la sociedad responde. Hace falta más control. Pero internet imparable hace el resto. Tras siglos y o décadas de aislamiento y control informativo de la población, toda esa represión ha saltado por los aires. Hasta antena tres publicita la red.
A ver. Una juerga gitana. La calle tomada. Como cada día. Movimiento. Cantes. Niños chillan a placer. Corretean idem. Percusión. Cuerpos danzando. Sensores que se realimentan. Y un ecosistema que responde. Ecos. En todas direcciones. Ondas. Mecánica ondulatoria. Como el agua. Ecos que van y que vienen. Pura sociedad del conocimiento en acción. Desde miles de años. Cerebros activos. Que aprehenden toda la vida. Contra Punset. El cerebro no tiene límites. Sí, las sensaciones son abrumadoras. Qué duda cabe. Tras 4.500 millones de años de danza, Gaya, ¡qué le vamos a hacer! aporta "gratuitamente" toda esa información. ¿Nos vamos a quejar, acaso? Que si los límites del cerebro... No. No es el cerebro. Es el Cuerpo. No es el cuerpo. Son los cuerpos. No son los humanos. Son la gente. La gentuza. Esa gentuza intragable que tenemos que aguantar cada día aunque estén muy "maleducados" e interrumpan cuando quieran interrumpir. Esa gentuza que esta primavera está realmente alocada. Fuera de lugar. Fuera de locus. Fuera. Un afuera inventado. Un afuera inexistente. Un afuera negado. Un afuera, empero, insistente. Un afuera que explota cuando lo miras. Y lo tienes en cuenta. Un afuera muy afuera. Un más allá. Mirado desde el cerebro en latado de la ya clásica neurociencia. El ecosistema. Era el afuera. Ahora es el ecobrain. Tu y tus sensaciones sois uno. Un sujeto inquieto. Enorme. Una libélula del tamaño de tu ecobrain (así me gusta imaginarlo). Que se cuela de sopetón. En pleno siglo xxi. Y desenmascara la penuria de ser humano imaginado por las antiguas obsoletas neurociencias.
Quien piensa habla y actúa. El superhombre de nietszche. El super nativo digital. Que lo único que le faltaba era ese sujeto expandido que llamamos ecobrain. Es, si quieres, tu disco duro. Que nunca es personal, sino compartido. Mirlos gorriones cucarachas moscas viento moviendo arboles hojas que alsuelo caen sonando al chocar con la acera en el silencio hormigas que dejan caer por las rampas de cemento de una acera las semillas de mimosa para ahorra energía en el transporte coches que cuando se alejan es una estela regocijante y suave grietas en aceras colonizadas por la botanica rebelde hierba saliendo por todos lados esta maravillosa y larga primavera todo eso eres tu y toda esa es la maquina que piensa cuando la ciencia decía que pensabas tú. Tururú.
Croá croá. De noche. Río Grande. Charlita. Cientos de ranos croan y cantan y cantan y croan. la charlita tiene invitados. Como no. Las ranas. Sus sonidos también eres tú. Están interrumpiéndote continuamente. Están insertando en la asamblea tonos, volúmenes, ritmos, sonidos. Como los tuyos y los míos. Como ese niño insistente que no para de tirar del pantalon del papá, que charla junto al kiosko, mientras le repite machaconamente: papá, las chuches. Las ranas igual. Tus pensamientos. Tus palabras. Tus propias voces. Tus opiniones. Están atravesadas. Influidas. Transformadas. Construidas. Por ese croar comunitario. Que ensancha, realimenta, enriquece, modula. Tu propio croar. Ya nuestro. El hipercomún. Más allá de tu chorla. Y de tu cuerpo. ¡Qué le vamos a hacer!
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