Tradicionalmente, desde cánones académicos, un texto para ser considerado “serio” debe estar plagado de citas y referencias, que ayudarán al lector, a corroborar y ampliar la veracidad de los argumentos y hechos afirmados. Sin embargo, en ocasiones esta ruta surte un efecto inverso y puede confundir al lector, en otras, sólo aporta al autor cierto grado de glamour, sobre todo si las citas y referencias son en idiomas distintos al que hablamos.
Este no es el caso del libro: La revolución negra. La rebelión de los esclavos en Haití: 1791-1804 (Ocean Sur, 2009) que ahora presentamos, tanto las referencias como la bibliografía podrían parecer escasas, sin embargo, esto no le resta rigor metodológico, ni valor como documento historiográfico y mucho menos como herramienta práctica, tanto para la docencia académica o profesional, como para la enseñanza en círculos de estudios, escuelas de cuadros y cátedras populares de organizaciones sociales. Reitero que es una característica fundamental que no debe perderse de vista, tanto al momento de leer el texto, como al valorarlo, a riesgo de confundir la forma con el fondo.
Para continuar, me gustaría traer a colación las palabras de la autora –María Isabel Grau- que aparecen tanto en la introducción del libro, como en la contracubierta:
“Hoy Haití es el país más pobre del continente. ¿Qué más sabemos de Haití? ¿Por qué no sabemos nada más?”
Haití fue la primera República independiente de lo que hoy conocemos como Latinoamérica y el Caribe, o más apropiadamente como diría nuestro mentor José Martí: Nuestra América. Y no sólo eso, Haití, desde antes de ser República independiente, y posterior a ello, desplegó una política de solidaridad y colaboración con los procesos independentistas de otras regiones de América. Combatientes mulatos nacidos en la antigua isla de Saint Dominique, combatieron en la lucha por la independencia de los Estados Unidos en 1776. En 1806 Francisco de Miranda encontró apoyo para la independencia venezolana, apenas 15 días en tierra haitiana y regresaba con armas y voluntarios que serían parte de su ejército; la única condición solicitada fue que en cuanto consiguiera la independencia liberara a los esclavos, promesa que cumpliría en 1811.
Más tarde, en 1815, después de una dolorosa derrota, Bolívar llega a la isla para solicitar el auxilio de Alexandre Petion. De inmediato, la reciente republica independiente de Haití, que venía de una guerra atroz de casi 14 años y de dos siglos de esclavismo, le entrega a El Libertador, dos mil fusiles, ochocientos voluntarios y cuatro naves. Un año más tarde, le hace llegar mil fusiles, treinta mil libras de pólvora y plomo, más 30 oficiales y 700 voluntarios.
Mientras Bolívar se encontraba en Haití, llega también en busca de apoyo el revolucionario vasco Francisco Xavier Mina, quien había sido convencido por el independentista mexicano Fray Servando Teresa de Mier para combatir contra el Rey de España apoyando a los insurgentes mexicanos. Casi simultáneamente a la expedición de Bolívar a Venezuela -y con igual respaldo de Pétion- partía desde Haití la expedición encabezada por Mina, con rumbo a Galveston y después a México para luchar contra el Imperio español.
Por tanto, es necesario reconocer y no perder de vista la importancia y trascendencia que en ese momento de definición histórica jugó el primer pueblo independiente de Nuestra América. Sin embargo, a pesar de la innegable influencia ideológica y solidaridad concreta que aportó la República Negra a los procesos independentistas y anticolonialistas, cuando se convocó al famoso Congreso de Panamá de las Naciones Libres, Haití, no fue invitado.
El libro La Revolución Negra, La rebelión de los esclavos negros en Haití: 1791-1804, es un texto que en pocas páginas nos concede una síntesis de la historia de este país, tan silenciada y hasta despreciada.
Profundiza en la conquista por parte de españoles y franceses, la estructura económica y social de la colonia, el proceso de acumulación originaria de los países colonialistas, con su correlato de superexplotación esclavista, lo que a su vez explica las motivaciones de los sucesivos y persistentes estallidos sociales y masivas rebeliones de negros esclavos.
Luego pasa a examinar la guerra por la abolición de la esclavitud, por la defensa de la libertad y por la consolidación de la independencia. No sin detallar las contradicciones internas y las cambiantes correlaciones de fuerzas entre los actores y los centros geopolíticos del momento.
En los dos últimos capítulos, se relaciona pasado y presente, para dar cuenta de las dificultades que la Republica Negra ha enfrentado para consolidarse como Estado-Nación, de las múltiples agresiones de las que ha sido víctima este pueblo hermano, por parte de los sectores oligárquicos y las políticas intervencionistas.
Por ultimo, incluye una sección de anexos: de entre los cuales destaca el Código Negro, sancionado por el rey Luis XIV, en 1685, donde se reglamenta el trato que debe darse a los esclavos negros en las colonias francesas, se establece la calidad de “bienes muebles” de estos, se legalizan las torturas, castigos crueles y degradantes y hasta la muerte de los mismos.
El cuerpo informativo e interpretativo que aporta el libro de María Isabel Grau, se suma a la revisión de los procesos y guerras de independencia, a los que estamos avocados en la actualidad. Constituye un aporte para la recuperación de la memoria histórica y para establecer el diálogo tan necesario entre pasado y presente, pero no solamente para el conocimiento privado, sino para la acción pública: la solidaridad crítica, concreta y militante.
A doscientos años de la triple gesta emancipadora haitiana -de la esclavitud, del colonialismo y de la solidaridad internacionalista-, Haití se encuentra devastado, ocupado e invadido: primero, una “Misión de Paz” comandada por los Estado Unidos, en la que se encuentran otros países hermanos latinoamericanos como Brasil y Chile; después, arrasado por un terrible terremoto que ha arrojado una excesiva cantidad de muertos y heridos, que a su vez, ha develado la tragedia de superexplotación a que ha sido sometido esta nación.
Vuelvo a las preguntas iniciales de la autora: ¿qué sabemos de Haití? ¿Por qué no sabemos nada más? Y a estas preguntas debemos agregar las siguientes: ¿Cuánto debemos al pueblo haitiano? ¿Cuándo pagaremos nuestra deuda histórica?
Miguel Ángel Aguilar González es Director de operaciones de la Editorial Ocean Sur en México.Historia de Haití - Wikipedia, la enciclopedia libre
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