LOS MONFIES DEL REINO DE GRANADA. El bandolerismo morisco en los siglos XVI Y XVII
munfī, «desterrado, ausente, proscrito» y era aquel morisco que vivió durante los siglos XVI y XVII en las montañas del Reino de Granada, apoyándose principalmente a través de actos de bandidaje.
Al bandolero morisco se le llamaría Monfí, palabra que deriva del término árabe
منفي
En el siglo XVI a los bandoleros moriscos se les llamaban monfíes, atacaban sólo a los cristianos, a los que robaban y mataban. Famosa fue la banda de Acetile y la de Cacín.
Los monfíes fueron, originalmente, personas huidas a los montes como consecuencia de los desórdenes y la represión asociados a la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492, y su número aumentó en décadas posteriores conforme aumentaba la presión ejercida por las nuevas autoridades castellano-aragonesas contra los súbditos granadinos de religión musulmana.
Los monfíes, de extracción eminentemente rural, formaron en ocasiones comunidades en los montes en las que practicaban libremente los ritos de su fe, al contrario que los moriscos de los núcleos de población, obligados a mostrar adhesión a las creencias y rituales católicos.
Se dedicaron en gran medida al bandolerismo contra cristianos, y tuvieron en los pastores a sus mejores aliados.
Bernard Vincent, en ‘’El bandolerismo morisco en Andalucía (Siglo XVI)’’ indica:
El monfí es, según el diccionario de la Real Academia Española, el moro o morisco que forma parte de las cuadrillas de salteadores de Andalucía después de la Reconquista.
Esta equivalencia no es casual; en los textos de la época se emplea salteador o monfí para designar a cualquier bandido. Se llega a calificar a los piratas de salteadores o monfíes, lo que induce a cierta confusión e indica sin duda el conocimiento de los vínculos existentes entre unos y otros. Pero lo importante es el empleo de la palabra monfí -la más utilizada en Andalucía- procedente del árabe munfi, que designa a un hombre desterrado o exiliado.
Los españoles, pues, adoptaron una palabra cuyo sentido alteraron; para ellos, el monfí es un criminal y sólo eso, por lo que no se distingue en absoluto del salteador.
El monfí es un héroe de la libertad para los moriscos, y quizá hasta un hombre santo a los ojos de los musulmanes; de ahí el prestigio de que gozan muchos de ellos. En definitiva, se trata de un problema inscrito en un conflicto de civilizaciones.
El 7 de julio de 1564 una banda de diecisiete bandoleros entra en la venta del Gato y obligan a los presentes a acompañarlos; dos de ellos son inmediatamente asesinados. Tras esta acción, una más entre las muchas que se llevan a cabo, se abre una investigación en los pueblos situados al oeste de Granada: Atarfe, Pinos Puente, Villanueva, etc., que no obtuvo grandes resultados.
Años antes un famoso monfí, Arroba, había provocado un intenso revuelo al herir en plena ciudad de Granada a Avellaneda, presidente de la Chancillería. Durante los años que precedieron a la sublevación de 1568 el alcalde de la Chancillería habría detenido en total a más de sesenta bandidos.
Además de Arroba, por entonces eran bastante conocidos algunos jefes de bandas, como Abenduza, el Cañari, el Partal de Narila -Narila es un pueblo de la Alpujarra- y principalmente los dos hermanos Lope y Gonzalo el Seniz, naturales de Bérchules, otro pueblo de la Alpujarra. Gonzalo asesina a un hombre, pasa cuatro años en la cárcel, sale de ella en 1568 y, con ayuda de su hermano, da muerte a varios mercaderes cristianos que volvían de una feria.
Tuvo la precaución de cometer los asesinatos en el límite territorial de cinco pueblos, con el fin de que a ninguno de, ellos se le pudiera reclamada entrega de uno de sus habitantes, como preveía la ley. El Seniz participa en la rebelión y se convierte en confidente de su último jefe, Aben Aboo, pero acaba de un modo poco glorioso, negociando su perdón y la liberación de su mujer y de su hija, entonces cautivas, a cambió del asesinato de Aben Aboo, que comete el 15 de Marzo de 1571.
El caso de Gonzalo el Seniz ejemplifica el papel promotor que tuvieron los monfíes en el desencadenamiento de las hostilidades. Según Mármol, en diciembre de 1568 uno de los jefes de la primera época había reunido a doscientos o trescientos bandoleros, que formaban. la mayor parte de sus tropas.
Un famoso jefe, Antonio el Manco, a la cabeza de trescientos hombres, saqueó el pueblo de Jubrique en 1572, según un testigo.
Los monfíes tuvieron un papel preeminente en la rebelión morisca de Abén Humeya en 1568, conocida como rebelión de las Alpujarras.
Adquirieron todo su esplendor en la rebelión de los moriscos de 1568 y con la expulsión desaparecieron.
Los monfíes fueron las primeras personas expulsadas a la montaña como consecuencia de la represión asociada a la conquista de Granada por los Reyes Católicos en 1492.
Su número creció en las décadas posteriores, con las nuevas autoridades castellanas al iniciar medidas de presión sobre los musulmanes de Granada para convertirles al cristianismo.
El monfí, que era principalmente de origen rural, en ocasiones forman las comunidades de montaña en la que podían practicar abiertamente su fe, en contraste con la mayoría de los moriscos, que se vieron obligados a abandonar su religión o sus prácticas en secreto.
Su ocupación principal era el bandolerismo contra los cristianos.
Uno de estos vertiginosos combates de cumbres fue el de los Güájares, valle adyacente por poniente al vital camino Granada-Motril, donde los castellanos escalaron impetuosamente, sin aguardar órdenes, el peñón abrupto en que los «monfíes de Marcos el Zamar» se habían recogido.
Las rocas que sus adversarios les rodaban por la pendiente paralizaron varias veces a los asaltantes pero, reforzados, dominaron al fin la cima y, como dice el cronista, «no se perdonó a persona ni a edad».’
El Zamar, apresado por tratar de salvar a una hija suya que se rezagaba en la huida, fue luego « atenazado» en Granada.
Los moriscos Alarabi, Piceni y el Marte destruyeron también, el 16 de abril de 1570, tras fragmentarla, una fuerte columna castellana que trataba de aprovisionarse en La Calahorra.
En las puertas de Adra, el monfí Abdallah ibn Abu (Abdala Abenabó), más tarde el último rey morisco, exterminó a 300 arcabuceros que intentaban una salida y lo mismo sucedió a un socorro que acudía a Órgiva, desbaratado en dos emboscadas sucesivas (la primera echó a los supervivientes hacia la otra) preparadas por el turco Dalí, que combatía por una soldada de ocho ducados al mes.
http://brunoalcaraz.blogspot.com/2010/11/los-monfies-del-reino-de-granada.html
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