viernes, 24 de septiembre de 2010
Requiem por el Ser Humano
Requiem podíamos haber dicho por el Hombre, por el Patriarcado.
Lo que muere es el ideal de ser humano construído por una cultura, la occidental, y transmitido de manera dominante a través de los medios de masas convencionales, las instituciones y sus sistemas educativos, formativos y universitarios.
A la luz que nos aportan miles de artículos científicos en las últimas décadas, este tipo, o modelo, de ser humano se puede decir que ha pasado ya a la historia.
Ocurre que el desfase entre la posesión de determinados conocimientos científicos, y su aplicación, de una manera significativa, a las instituciones, medios de comunicación, y sistemas educativos puede jugar una mala pasada, como de hecho la ha jugado ya, a las supuestas ansias de innovación que por cierto tanto salen a relucir en los discursos de los medios de comunicación, instituciones y sistemas educativos, de formación y universidades.
Ayer, ¿saben? estuve, casi por casualidad, en una boda.
Se casaban dos chicas muy especiales, que se encontraron un buen día, así, como de golpe y porrazo, se vieron algo profundo en común, y tiraron palante.
Ayer me encontré este artículo,
Y podría decir que me dió un vuelco el corazón. Esta mañana he jugado a la lotería con un número de teléfono escrito sobre la madera de la mesilla del teléfono, sin nombre al lado, sin saber con seguridad si era su teléfono. Me refiero a Javier San Martín, Fenomenólogo de la UNED, al que hemos citado hace rato en otro post. No estaba, pero igual de entusiasmado le dejé la noticia, para que revisara este artículo.
¿Y qué tendrá el susodisho artículo para levantar tantas pasiones?
Pues ese es el casamiento, que no cansamiento. Las dos chicas son la Fenomenología, criada aquí, en esta parte del mundo, y la Mindfulness, a la que adjudican en este artículo un origen oriental, budista para más concreción.
Pues resulta que son hermanas gemelas, dicen ahí en el artículo. Hermanas gemelas porque la misteriosa epoché, que nosotras llamamos Apogeo, y que al parecer era muy difícil de captar para muchas que se acercaban a la Fenomenología, no es más ni menos que la atención. La atención despierta, la consciencia plena, la mente tan abierta que se traga la experiencia sin mediar, tan inmediato, las interpretaciones del pensamiento. Podíamos decir pensamiento cero. Pero ya os imaginaréis que hablar de pensamiento cero en una cultura que alaba las ideas y los pensares, y para la cual meditar era sinónimo de pensar sobre algo concreto, ya os imaginaréis por tanto la revolución, no solo conceptual, que tal libérrima boda conceptual supone.
Ahora damos un salto al terreno político, vamos, etimológicamente, la vida en nuestra ciudad (polis). La relevancia del mindfulness se podría medir simplemente por la siguiente interrogante: ¿Creéis que si hubiésemos estado más atentas, habrñiamos pasado por este calvario económico, social y ambiental que en el Estado Español hemos pasado y estamos pasando?
Creo que ahí se resume el interés básico por promulgar a lo ancho y a lo largo, este casamiento. Ayer o anteayer participé en un blog donde se preguntaban si la fenomenología y la mindfulness es lo mismo. Pues claro que es lo mismo. Pero no solo eso. Pues a partir de la Fenomenología y de la Mindfulness, puestos a buscar coherencias encontramos muy abundantes campos del conocimiento y teorías que casan al dedillo con ambas y con su esencia en común.
Pongamos que hablo de la sincronicidad. O simultaneidad entre dos sucesos, sin ir más lejos. Se puede mostrar com una evidencia el hecho obvio de que nuestras vidas están marcadas, o simplemente, construidas, a base de simultaneidades, o sincronicidades. Si vives en tal barrio o trabajas en tal otro, o estudias en tal otro barrio, resulta de cajón que conozcas en principio más personas de esos barrios. Si tienes hambre y lo único que hay abierto es un humilde kiosko, pues esta sincronicidad te amenaza, si quieres calmar tu hambre, con las elecciones que puedas hacer en el ámbito comercial del susodicho kiosko.
Y que conste que la sincronicidad, a su vez un matrimonio entre la cuántica y la filosofía china, para mí al menos es uno de los lugares donde mejor se perfilan las diferencias entre el pensamiento científico occidental y la filosofía oriental. Al menos en el prólogo que escribe Carl Gustav Jung para el I Chin. Muchas lecturas le he tenido que pegar, no sin motivación cada vez más, para seguir poco a poco desentrañándolo.
Si sumas las sensaciones conjuntamente que estás disfrutando mientras lees este artículo en la parada del autobús, para lo cual basta que te des una vueltecilla de 360 grados percibiendo, como si acabaras de nacer, todo la belleza y riqueza y dinamismo del lugar en el que te encuentras, eso sí, guarda previamente las tijeras. Las tijeras de cortar la realidad que observas en malo bueno, sucio, etc... Mirar es mirar. Tranquilo que después de la observación en modo mindfulness, puedes interpretar y juzgar todo lo que te apetezca, no sin antes dedicar, una infinitésima cantidad de tu tiempo, a la observación en bruto, con tu cerebro de reptil, que por cierto es el cerebro de reptil.
¿Lo véis? Cuando te dejas llevar por una trama fluyente en tu discurso, como si estuvieras corilleando en el Bar de la Esquina, de pronto te van saliendo solos, los puntos que, en principio, tú pensabas hilar.
Cerebro de Reptil. En lo arto una piedra. Quieto y relajado. Observa en modo minfulness. No rumia. Su cerebro (cerebro-cuerpo-ecosistema: CCErebro) no cotillea. Está, lo que se dice, atento. Pero en principio a ningún lado en particular. Pues aunque el lagarto está, se podría decir, más atento a una dirección, que es por donde suelen aparecer sus presas, no puede despistar los otros ángulos, pues puede él mismo terminar siendo una presa.
Esta fué otra boda de aupa. En la introducción al libro de un congreso sobre psicología positiva aparecían tres puntos de aupa, junto a la anécdota de una niñita, también de aúpa. Aparecía el cerebro de reptil, como nuestra parte cerebral que trabaja en el fluir, o sea, si me lo permiten, en el modo mindfulness. También decía que, a este respecto, la psicología estaba en bragas, pues llevaba toda su historia, que ya es decir, estudiando casi exclusivamente el lado shungo de las personas. O sea, entre los múltiples "mini" Apocalipsis científicos, a los que estamos asistiendo esta bendita época, estaba, está éste. Que, como si dijéramos, la psicología se acababa de encontrar a sí misma. Se encontró con ella y se dijo a sí misma: ¿pero tú donde acaso vas, con esos pensamientos del año pasado? Y al menos en la gente psicologista que quedó prendada con estos hallazgos, la psicología pegó, está pegando, un gran vuelco, o una gran bifurcación, por usar el lenguaje de Laszlo (nunca recuerdo donde va la zeta).
Si es que tengo razón. Si es que nos merecemos un año sabático. Porque además la crisis, en versión económica, también ha llegado a las universidades. Están dejando de ser rentables. En California, o sea, en la "creme de la creme", hay una liada de aupa. La gente en manifestaciones en las calles protestando. Ni te cuento.
Un año sabático para reciclarnos como universidades. Las que no se reciclen a la basura irán. Y reciclarse las universidades es la mar mediterránea de sencillo. Basta que abran los ojos. Y que se den cuenta en qué medida su inercia, digamos, mercantilista, les llevó al silencio sobre su alrededor. A dejar de describir la realidad pura y dura más cercana. Y a alimentar el mundo abstracto. Eso sí, siempre anteponiendo la innovación. ¿Pues esto de lo que hablamos qué es, si no es innovación?
O sea, es posibe el renacer de una psicología donde se construya, se reconstruya ese ser humano defectuoso, minúsculo, inválido, y se convierta en un ser que fluye comodonamente entre los entresijos de su vida, sin tantos agobios. Agobiología. Así se puede llamar a la en inminencia extinta psicología, pobrecita, de estas décadas atrás.
La anécdota de la niñita, que le dijo a su papaíto, el cual acababa de llegar estresado, de sus abligaciones sorteando atascos y sorteando los atascos profesionales y conceptuales de su labor, como uno de los denominados líderes de la psicología positiva. Y tal como llegó se encontró a su hijita, y no se porqué pero parecía enfadado. Entonces va la sujeta y le suelta: Papá: ¿Tu no crees que si tú te enfadaras menos conmigo, podríamos llevarnos mejor los dos? Ya se sabe, esta generación índiga como se las gasta. Pues sí, esta sujeta, con esa mente tan marchosa, por su tierna edad aún no sometida a las aulas esclavas, merecría haber encabezado la lista de autores del artículo en cuestión. Pues ella, así, solita, digamos, acababa de descubrir, de manera intuitiva y práctica, la psicología positiva. Creo que lo cuenta Selingman.
Ahora háganse una idea, en toneladas o en páginas, del arsenal que se publica cada día en este mundo en artículos (dejemos los libros de lado) sobre o relacionados con la psicología. Es un verdadero ejército. Y superproductivo. Y especializado mayormente. La gran mayoría de artículos van a ser "puros", esto es, sin hibridaciones, sin bodas sorprendentes, como la celebrada en estas líneas entre la Phenomenology y la Mindfulness. Es lo mismo que pasa(ba: el pasado nos gusta más) en las carreteras. Un atasco supermillonario en coches y para las mafias petroleras, cada día, pero casi todos los coches ¡VACÍOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOS?
Hay una inercia publicatoria en las universidades. Producimos lo indecible. Pero es como si para buscar a los mineros extraviados en el pozo andino, nos hubiera dado por perforar agujeros desde distintos puntos del planeta, como jugando, a ver que pasa.
Sí hay mucho de juego en la inflación de la producción científica. La gente se juega incluso lo que gana, al publicar mucho y bueno. Sí, pero ¿Cuanta de toda esta producción científica global planetaria es pura redundancia? ¿Es que quiero decir que sobra buena parte de lo que han producido estas axhuberantes décadas los científicos? Dios me libre. Al contrario. Lo que tratamos de decir, y de camino picar al personal, es que tenemos ciencia de sobra para reciclarla ahora que podemos. Es precisamente en las coherencias que aparecen entre distintas, incluso muy alejadas, disciplinas, teorías, en donde toda esta formidable producción científica florece con más fuerza. Como en FuenteOvejuna, todas a una.
¡Que por qué hemos puesto a SHAKIRA en la cabecera de este artículo? Pues porque representa esa unión de las ciencias de las distintas culturas que representa la Ciencia Global. Fíjense que en Shakira es harto notorio que es su cuerpo, bendito cuerpo serrano, el que piensa, y no solo el hemisferio izquierdo de su cabecita. Es un cuerpo en movimiento. El movimiento se demuestra andando. "Mens Sana en Corpore in Sepulto". Decía alguien en un chiste. Pero desgraciada y afortunada mente. No es ningún chiste.
Ya se conocen las similitudes entre la epistemología del científico neoclásico y del chamán. Ambos estudian e interpretan su realidad. Con un método de ensayo y error. Pero ¿Cuales serían las diferencias? Pues Shakira las conoce, su cuerpo las conoce, muy bien. La principal diferencia es que el chaman SE MUEVE. Su cuerpo piensa, razona, descubre, de manera holista, el muy listillo, simplemente porque se mueve, baila, camina, juega, corre, EN EL TERRITORIO.
¿Y tan importante es el territorio? Pues sí. Ya te digo. Lo que ocurre que a este lado del espejo, en la ciencia, nos habríamos acostumbrado tanto a la desterritorialización de nuestro pensamiento, lenguaje, y acción, que cuando llegó la globalización donde vivíamos, donde vivía el científico, era más bien en una POMPA.
Bastaría mirar el porcentaje de dedicación de una universidad, como la de Málaga, a su territorio. Y daría náuseas. A lo mejor los alumnos tiene que hacer un listado exhaustivo de las plantas que hay en una parcela de un rincón de la provincia de Málaga, el elegido ese curso, pero ignoran el 99% de las plantas que habitan, co habitan con él cada día, en sus descansillos en el patio de la Facultad entre clase y clase.
Todo cabe. No estamos diciendo que lo local sea más importante que lo global. Nos referimos a lo GLOKAL. Pero sobre todo en su dimensión fenomenológica. Estar es vivir el sitio donde estamos. Vivir un sitio es compartirlo conscientemente con sus habitantes. No solo humanos. Porque indudablemente es este poder adquirido en el compartir consciente y fluyente de cada día, lo que te sitúa en la realidad, realidad que se supone es la que tú tratarían de trabajar cuando terminases tus estudios.
Además en un lugar subtropical como Málaga hay especies de plantas de muchos orígenes geográficos diferentes. Incluso entre las plantas espontáneas, que saltándose las normas jardineras siguen creciendo aquí y allá. Entre ellas un Sonchus, que le llamamos lechuga silvestre, que nació esta primavera pasada a un metro de distancia de la puerta de la Facultad, junto al caprichoso y barrigón muro que delimita externamente al aula a-1.
Y por no dejar de lado las mates. Imagínate que secuestramos a la más mejor bailarina del vientre del Mundo. Y la invitamos a danzar en una fiesta. Somos una trupe de científicos más que locuelos. Y en una piscina, por ejemplo en La Ponderosa, hacemos como una partición por la mitad, mediante un cristal transparente, o un espejo.
A ambos lados de la piscina o alberca, echamos bastante barro, de forma que la consistencia del medio acuático, pasa a ser fluida, sin llegar a ser pastosa.
Y ahora cogemos a nuestra secuestrada danzante y la echamos ¡PLOF! a una de las partes de la piscina. Y por otro lado, tenemos allí también invitada, a una experta danzarina medieval, que nos va a hacer danzas cortesanas. Del estilo de la película "Juana La Loca". Y la cogemos y la echamos al otro lado de la piscina. ¡PLOF!
Cuidando que no haya interferencias entre las dos clases de música, ambas bailarinas se ponen a danzar cada una a un lado del espejo, a un lado de la piscina con barro fluido, con su propio ritmo. Danza del vientre y danza cortesana.
Es verano. Está amaneciendo con terral. Aire muy cálido que penetra desde el norte. Y solo llevan dos horas bailando en el barro fluido y el barro empieza a secarse por algunos sitios. Las ondas producidas por cada bailarina son distintas. En el caso de la danza cortesana, la línea longitudinal que marca el costado de la bailarina, se mantiene practicamente como una línea casi recta o rectilínea, con muy suaves oscilaciones. Cuando miramos el resultado de la huella tridimensional en el barro dejada por la danza del vientre, comprobamos que las ondas, solidificadas gradualmente en el barro resecándose de la maña de terral, son mucho más diversas, en correspondencia con la vivacidad de la danza del vientre comparada con la "rígida" danza cortesana. Incluso mirando por la maña la huella solidificada en el barro a cada lado de la piscina, podríamos estudiar la diversidad de músculos y sistemas orgánicos que se ponen en juego en una y otra danza.
¿Qué queremos decir con todo esto? Pues que en nuestros cuerpos se clavan los patrones de funcionamiento de una cultura o sociedad. Nuestros cuerpos son los que mandan, codirigen, nuestros pensamientos. Y la danza cartesiana, perdón, cortesana, pues se corresponde con la quietud y mansedumbre de los sagrados ejes cartesianos. Y la danza del vientre, se casa mejor con los modelos de las ciencias de la complejidad, exponenciales, logísticos, y todo eso, que afortunadamente cada vez más gente descubre que son más realistas.
La quietud cartesiana se coresponde con la quietud de las aulas esclavas y jerarquicas, donde los ejes cartesianos, no solo se reproducen cada día en la pizarra, o en el pouer poin, sino en los propios cuerpos quietos muertos insensibilizados, callados, estabilizados, de los alumnos insertados, como insectos alfilerados, en ese medio metro cúbico del hueco estanco que queda como margen para su libertad de movimiento en la banca.
En esas aulas domina planilandia. La representación. Vivo allí no hay nada, o casi nada. La naturaleza, o la realidad, no se toca ni se siente en su infinito dinamismo. No. Se arrincona en forma de elegantes modelos que esconden toda la diversidad real de sensaciones, con todos esos bits, que habría con tal de que la clase se diera, por ejemplo, en la puerta de la facultad, a escasos metros del aula. Por otra parte, en este palacio del representacionismo que son las aulas esclavas, los aprendices se ordenan geométricamente en un plano euclídeo. Regularmente. A distancias predeterminadas... etc... etc.... Bastante información hay ya por ahí.
Pongamos que aprovechamos jungui ana mente la Huelga General del S30 para organizar una JUERGA GENERAL. Con música y bailando en las calles. Así se anima más el personal. Tambores por doquier. Los coches aparcados con la música sonando. Se podrían establecer regiones, por barrios, donde se oyeran distintos tipos de música.
Y poner a cantar al territorio. El territorio está vivo. Sólo falta palparlo. Las barandillas por ejemplo, suenan de maravilla, además cada porción de barandilla suena distinto. Y si estás tocando en el Cantal, pues te sientes tocando como en un teclado gigante de un piano gigante. Se pede tocar con palitos, o varilllas, o con las manos. Da igual. Te vas a dar cuenta de lo generosa que es la sensosfera. Esa que convive cada día y noche contigo. Está reViva...
Hay cuatro teorías de las neurociencias que te ayudan a entender por qué hacer percusion con las farolas, por ejemplo, te empodera chamanicamente, fenomenológicamente, jungui ana mente, cuantica mente, psicología positiva mente, psicología del fluir mente. Son las neuronas espejo, la ecolocación, la libertad de reproducción neuronal, y la abducción.
Los taxistas de londres se cubrieron de gloria. Fué otro aguijonazo más en ese globo o pompa que nos envolvía al estilo del mundo ese artificial creado por la televisión, como sale en esa pelicula tan paradójica como real y extensible también a este mundo del que estamos hablando. Lo que pincha el chaval es el representacionismo. Y al otro lado de la realidad, del espejo aliciano, lo que aparece es la fenomenología, o el vivir desde la consciencia plena.
Los taxistas de londres no tienen un GPS en el cerebro, como han dicho los afamados científicos que lo descubrieron. Su G.P.S. es de Carne y Hueso, como si dijéramos, y es más antiguo que el mear. Su G.P.S. es su propio cuerpo, que sigue vivo a tocho y mocho, reproduciendo a tope sus neuronas cerebrales, porque se mueven, y en su movimiento conectan como no con un universo de sensaciones, o dicho de otro modo, un universo de diferencias, de información, de bits y más bits. Mucho más que sus colegas que conducen en la misma ciudad un autobús. Los autobuses representan el representacionismo, o el psicologismo, o el apantallamiento. Siguen patrones de circulación pre establecidos normativamente. El número de posibilidades de elección, y de toma de decisión, es mucho menor que en sus colegas los taxistas, que programan su itinerario sobre la marcha, a partir de dos puntos, el de salida y el de llegada, al destino solicitado por el viajero o viajera o viajeras.
Los taxistas son fenómenos fenomenólogos. En el fluir a través de itinerarios distintos cada vez. Son distintos pero parecidos. Todos los itinerarios tiene algo en común, aunque no más sean las mismas señales de tráfico o la misma asquerosa pintura blanca sobre el asfalto. ¿Cuánto vale, por cierto, una lata de esa pintura tan aromática?
Los taxistas son como los alumnos que comparten aulas libres con las sillas no clavadas al suelo. Seguro que el cerebro y todo el cuerpo de los alumnos se desarrolla más en estas aulas que aquellos pobresitos alumnos que aún andan quietecitos en aulas de bancas jerarquicas pegadas y clavadas invariablemente al suelo.
El servidor mokoputomoko, el sistema operativo mimouX, el community learning life, y el simpático y transfinito sistema matemático infimóniko, inspirado desde los hiaitiihi o piraha del Amazonas, te ponen la experiencia en bandeja de plata para comprobar desde la práctica, no solo desde la teoría, desde tu propio cuerpo, desde tu percepción, como esa red entramada de realidad sensorial, convertida a hora en disco duro, y que llamamos sensosfera, está ahí, delante, y te envuelve mágicamente, a ese manojillo vivaracho de sensaciones que constituyen, pero en plan nómada, sin pararse demasiado, lo que se llama tu cuerpo.
A ver si le escribimos al de las matematicas transfigurales. Seguro que podemos casarlas con nuestro vuestro infimóniko. Transfigurales, así, intuitivamente, porque en la sensosfera todo es tan fugaz como tu poderoso mokoputomoko esté dispuesto a advertir. Tan fugaz, luego tan infinito. Lo curioso es que tu cuerpo lleva bregando con ese chorro infinito de sensaciones toda su vida. Y las vidas de muchas vidas anteriores y coetáneas. Tu cuerpo si percibe esas transfinitas sensaciones. Pero a la mente representacionista le supera. Acostumbrada a la parquedad, a la carencia, a lo reduccionista, cuando oye hablar de estas cosas piensa en lo esotérico, en lo religioso, en lo espiritual, y piensa también que no le corresponde. Aunque curiosamente, en su vida cotidiana, el mismo científico apresado y auqjeado de representacionismo profesional, él también hace sus pinitos con sus transfinitos y sus transfigurales. En su cotidianidad, el científico representacionista se sale el muy cuco, como automáticamente, del respresentacionismo, menos mal, se libera de él, y se pone a funcionar en modo FEN, de fenomenología. Es como si a lo largo de su formación hubiese echado un cierre dentro de su consciencia, dentro del disco duro de su pensamiento, haciendo dos particiones. En una hubiera metido al windows, al representacionismo, de su profesión. Y en la otra mitad del disco duro hubiera metido a GNU-Linux, lo horizontal, la fenomenología. De su vida cotidiana.
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