LA “NATURALIZACIÓN “ DEL TERROR COTIDIANO
por Patricia García de Kausel
Medellín, Colombia , octubre de 2001
Este tema tiene que ver con el proceso donde el terror cotidiano se mistifica como normal, me refiero al deterioro cotidiano de nuestros valores éticos donde somos más insensibles y crueles.
Un alumno que hacía su práctica como psicólogo en un preescolar en uno de los barrios más violentos de esta ciudad hacía el siguiente relato:
Ibamos a salir con los niños y de repente un enfrentamiento entre dos bandas de adolescentes a tiros, en la esquina de la cuadra donde estaba el preescolar. Esto nos obligó a todos a devolvernos con los niños y escondernos aterrorizados en la institución. Desde luego los sentimientos de terror, desamparo, angustia, por cada uno de nosotros y por los niños, ¡es terrible!. Luego los muertos, el levantamiento de los cadáveres, etc. . Cuando termina todo la empleada de la cocina dice: ¡Bueno no fue tan horrible!, el año pasado era peor, ahora por lo menos son en la esquina, antes eran al frente del preescolar.*
En otra ocasión, en un barrio de clase alta ocurre un asesinato cruel y espantoso, las víctimas fueron masacradas en el parque, en medio de miles de testigos, con armas automáticas y balas de fusil; la pareja masacrada quedó prácticamente despedazada en un pequeño automóvil, con todos los sesos esparcidos por todas partes; pero quizá lo que más impresionó fueron los curiosos del mismo barrio, todos se llevaron como souvenir los casquetes de bala que quedaron esparcidos alrededor del crimen.
Otro sitio donde se puede ver la naturalización del terror es la puerta de Policlínica Municipal. Todos los días hay curiosos, quieren ver cuantos muertos llegaron, cuantos heridos, etc., Aparecen las madres con niños agarrados de la mano para ver el espectáculo, los dueños de las funerarias estan listos para ofrecer sus servicios a algún cliente, los vendedores ambulantes para ofrecer gaseosas, comidas rápidas, etc. Todos se suman a la feria.
En Medellín la fila para comprar las municiones en la Cuarta Brigada Militar comienza a las 4 de la mañana. Las personas compran primero las municiones y luego la leche.
Cuando se estudia de cerca el fenómeno del terror cotidiano, es interesante ver como las armas y las balas son fetiches que se incorporan a los rituales religiosos, tan importantes como el escapulario de María Auxiliadora y el Divino Niño. Son objetos amados y deseados como la ropa o los tenis de alguna marca famosa, o el auto ultimo modelo. Es como si el arma pasara a ser parte de los componentes siniestros de la religión y de la publicidad, una suerte de nueva ética incluida en eso que Marx llamaba la religión de la mercancía, la fetichización de la mercancía religiosa, que es también la fetichización del sujeto, de las relaciones, del afecto.
A todo esto se suma la crisis de las instituciones sociales que han guiado las vidas de miles de seres humanos a lo largo de a historia, como la iglesia, la familia, la escuela, el Estado, y aún del pensamiento científico. La crisis actual implica la puesta en interrogantes de modelos científicos, ideológicos y epistemológicos anteriores, la marca de estos mismos modelos en la sociedad actual. De Certeau decía:
El creer se agota: O bien se refugia del lado de los medios y del entretenimiento. Se va de vacaciones; es, sin embargo, un objeto captado y abordado por la publicidad, el comercio y la moda.
(....)
Las agencias de publicidad reciclan con avidez los desechos de las creencias del ayer violentamente combatidas como supersticiones. La publicidad se hace evangélica. .
La comunicación de masas es la que llena los vacíos y al mismo tiempo, se convierte en el primer medio para la generación de subjetividad; pero lo más triste es que se crea no solo una nueva iconografía, una nueva religión, una cultura, o una nueva estética sino que también esta al servicio del terror cotidiano de la institucionalización de la crueldad cotidiana. Es muy triste y a la vez preocupante el hábito de los noticieros, donde luego de las imágenes más terroríficas de masacres, asesinatos; de inmediato aparecen las imágenes light que presentan la modelo en minifalda, que exhibe sus últimas siliconas y habla de los famosos chismes de farándula. ¿Es como si la televisión creara la doctrina del pensamiento despótico?.
Y en medio de todo esto ¿cual es el papel de las multinacionales de armas? ¿Parecería ser que son las nuevas instituciones fabricantes de evangelización? ¿se aprovechan de las crisis actuales de valores y engendrar nuevos mitos? De Certeau dice también:
Los usuarios de las reliquias ya no creen en ellas. Forman, si embargo, con todo tipo de “fundamentalistas”, asociaciones ideológicas y financieras con vistas a reparar estas náufragas de la historia y hacer de las iglesias los museos de creencias sin creyentes, puestas en reserva para ser explotadas por el capitalismo liberal
Es como si viviéramos en un mundo terrorista donde se institucionaliza, se coexiste con el terror, se niega el terror; y al mismo tiempo; se mistifican el terror y al terrorista y sus armas como fetiches de las nuevas creencias. Pero quizá lo mas peligroso es que las armas o las balas, o los casquetes comienzan a ser incorporados como reliquias, no solo a nivel cotidiano sino a nivel de las naciones. Son símbolos del dominio de las naciones; los armamentos parecen ser los mas importantes paradigmas. A lo largo de la historia las armas no solo han servido para matar, también han sido símbolos enraizados en todas las culturas humanas, y hoy parecen ser los tótem que condicionan todas las relaciones entre las naciones. Pero además, se constituyen en una nueva religión, los dirigentes de las potencias unen al tono religioso la justificación de las armas y las guerras. Una vez Gaspar Weinberger, secretario de defensa de estadounidense decía:
He leído el Apocalipsis y, si, creo que el mundo se va a acabar, espero que por voluntad de Dios; pero cada día creo que el tiempo se nos acaba. Pienso en la II Guerra Mundial y en el tiempo tan largo que nos tomó prepararnos para ella, a fin de convencer a la gente de que el rearme para la guerra es necesario. Me temo que estaremos preparados. Creo que se nos acaba el tiempo (...) pero tengo fe.
El espíritu delirante del armamentismo, reconocido incluso por la idealización de la voluntad divina se repite hoy diez y seis años después de estas declaraciones:
....los criminales que estrellaron los aviones contra las Torres Gemelas creían que Dios los apoyaba porque creían que Estados Unidos era el demonio. Y Bush parece creer que el demonio es el otro, con lo cual tiende a pensar como los criminales. Resulta absurdo que la humanidad esté, igual que hace diez siglos, al borde de una guerra entre cruzados y la Jihad islámica. El Dios cruel del mercado, contra el Dios loco y medieval de la Jihad. Se supone que el mundo está obligado a tomar partido por uno u otro Dios contra uno u otro demonio.
¿Son estos los más importantes paradigmas del planeta? ¿se garantiza así la carrera de armamentos, y el negocio de la venta de armas ligeras? ¿las armas parecen instalarse peligrosamente en la crisis de civilización que nos ha tocado vivir, potenciando la omnipotencia destructiva del instinto de muerte? El aumento de la tecnología armamentista se utiliza para una deshumanización y mecanización típicamente esquizoide. Como diría Hanna Segal:
Parece que vivimos en una peculiar combinación de desamparo, terror y omnipotencia, en un circulo vicioso de desamparo y omnipotencia, que se potencian entre si. El desamparo que reside en la raíz de nuestra apatía es inevitable en parte. Estamos confrontados a una horrible amenaza de peligro. Pero en parte es autoinducida y se hace una profecía autosatisfactoria. Confrontamos el terror de los poderes de la destructividad, nos evadimos de nuestras responsabilidades por medio de la proyección.
La responsabilidad es fragmentada y proyectada cada vez más lejos, a los gobiernos, ejército, científicos y, finalmente, a máquinas que están más allá del control humano.
Pierre Bourdieu también encuentra en el lenguaje político de hoy una relación entre nueva religión y tecnología, el mundo actual parece ser gobernado por nuevos tecnócratas semidioses:
Lo que hoy está en juego, es la reconquista de la democracia contra la tecnocracia: hay que acabar con la tiranía de los "expertos" al estilo del Banco Mundial o del FMI, que imponen sin discusión los veredictos del nuevo Leviatán, "los mercados financieros", y que no pretenden negociar sino "explicar". Hay que romper con esa nueva fe en la inexorabilidad histórica que profesan los teóricos del liberalismo . Hay que inventar nuevas formas de un trabajo político colectivo, capaz de constatar las necesidades, principalmente económicas (lo que puede ser tarea de expertos) pero para combatirlos y, si es del caso, para neutralizarlos.
LA INSTITUCIONALIZACIÓN DEL TERROR.
Nuestra vida esta siendo atravesada por experiencias terroríficas y hemos podido sobrevivir creando mecanismos, Eduardo Pavlovsky psiquiatra y dramaturgo argentino que le toco padecer los horrores de la dictadura militar argentina decía:
....creamos mecanismos psicosociales para poder sobre vivir. Es decir que ante el miedo a la desaparición, no cuando me ponen preso y me van a juzgar, sino cuando voy a desaparecer y no me queda ninguna posibilidad de que alguien me defienda; no existe ningún mecanismo como posible, sino que es natural que todo sea así. La violencia se ha interiorizado como obvia, como natural.
Este mismo autor tiene varias obras de teatro referidas al tema como El Señor Galíndez y El Señor Laforgue. Galíndez tiene una escena muy parecida a la realidad de Medellín. Se trata de dos torturadores que hacen su trabajo, torturando con una picana a unas prostitutas, de repente entra en la sala de torturas una empleada del aseo y pregunta si quieren tomar un café, los torturadores le dicen que no y ella sale de la habitación barriendo como si no pasara nada.
No denunciamos primordialmente en la obra a los torturadores - víctimas y victimarios del Proceso. No hacíamos psicoanálisis de la personalidad de los torturadores. Denunciábamos una nueva monstruosidad social: la tortura como institución. La institución como patología. La institución como fábrica de producción de subjetividad donde la tortura, el rapto o el asesinato se interiorizan como normales, como obvios y cotidianos.....
La mistificación de lo normal del terror, la violencia cotidiana, la interiorización de violencia como obvia, como natural; tiene que ver también, con el proceso que Henry Lefebre llama: pasar de una sociedad aterrorizada a una sociedad terrorista. El autor explica que toda sociedad desigual necesita del terror. La violencia dice el autor, se ejerce en estado latente en las relaciones cotidianas. Las presiones se ejercen desde todas partes sobre los miembros de la sociedad; les es sumamente difícil librarse de ellas. Cada uno llega a ser terrorista y su propio terrorista; cada uno espera a llegar a serlo ejerciendo el poder. No hay necesidad de dictador; cada uno se denuncia así mismo y se castiga. Es el proceso en el cual cada uno se convierte en su propio terrorista. Lefebre dice:
La violencia se ejerce en estado latente. Las presiones se ejercen desde todas partes sobre los miembros de la sociedad; les es sumamente difícil librarse de ellas. Cada uno llega a ser terrorista y su propio terrorista; cada uno espera a llegar a serlo ejerciendo el poder.
Sabemos también que las sociedades desiguales necesitan el terror porque fragmentan los vínculos solidarios e impiden la conciencia critica. Esto hay que tomarlo siempre en cuenta.
¿ POR QUÉ HABLAR DE LOS MITOS ?
¿ POR QUÉ PROBLEMATIZAR ?
¿Porque creamos mitos? ¿De donde viene nuestra necesidad de mistificar? Mauricio Abadi dice:
Esa apetencia de ceguera y ese sacro horror al conocimiento, ¿de donde podría surgir, en que podría originarse, si no en el miedo a la muerte, en la percepción de nuestra condición de mortales, de castrados, de incompletos, vale decir, de condenados desgarrados entre la angustia que nos lleva a desconocerla y el anhelo de conocerla, controlarla y vencerla?
Los mitos nos hablan de una intuición acerca de la esencia del ser humano, da cuenta del sentido de su vida, y pone de manifiesto, a través de sus ideas y vueltas, sus hiatos y contradicciones, el conflicto que tortura y trabaja desde dentro al hombre _conflicto entre su necesidad de saber y su necesidad de ignorar ciertos secretos fundamentales que, en último término, remiten a su condición de castrado y de incompleto o, si se quiere, al angustiante secreto de su muerte, secreto inalcanzable, en cuanto parece estar más allá del conocimiento.
Los hechos del día tras día se nos presentan como algo que no tiene sentido cuestionar ni problematizar, es lo real por excelencia. A partir del mito de lo natural, lo eterno, la realidad por excelencia, ha desaparecido la representación:
Por eso afirmamos que la realidad social se muestra y se oculta a la vez en la vida cotidiana. Se muestra en los hechos y se oculta en la representación social de los hechos.
Los mitos en la vida cotidiana son mensajes que evacuan lo real, ocultan la organización social por eso es necesaria una critica de la vida cotidiana que arribe al conocimiento objetivo de las leyes que rigen su desarrollo; implica la interpelación de los hechos, su problematización.
Una consecuencia de la critica de la vida cotidiana es la desmitificación, la superación de ilusiones o ficciones en relación a los hechos. La critica es un interrogar a los fenómenos y las relaciones, en la búsqueda de sus leyes internas, de su esencia. Ese interrogar descorre el velo de la familiaridad y supera el seudo conocimiento. Introduce una distancia adecuada entre el hecho y el sujeto, que se transforma así en sujeto cognocente. Incluye la conciencia y la reflexión allí donde había mecanismos de acción irreflexiva y representación acrítica.
Recorriendo la historia del imaginario social descubrimos que ciertas cuestiones como el concepto de objetividad y el de verdad están dejando de tener una connotación de universalidad, siendo la relatividad la marca de esta época. Ahora más que nunca, necesitamos articular la historia del imaginario social con los procesos de transformación vincular que ya estamos viviendo.
Hace unos dias comente algo sobre el miedo institucional y hoy leo esto que hasta casi parece escrito por mi, (en la idea, no en la palabra).
ResponderEliminarY digo yo:algo debemos haber cocido,
algo tenemos que ver en todo esto.
En los niños colombianos, los de Brasil,los 300.000 niños soldados que existen, las niñas putas de Asia y los niños niños niños que sobreviven con lo que les hemos ido dejando.
¿Porque nos aterroriza el terror que entre todos provocamos?
¿De que nos asustamos ahora?.
Tenemos lo que hemos sembrado o lo que han sembrado otros , que para el caso viene a ser lo mismo,porque pensamos que su maleza quedaba aun muy lejos.
Asi somos , igualitos tos.
Y nosotros , NO nos vamos a salvar: Solo lo haran quienes crean en dios. AMEN.
Espino Talamica