miércoles, 15 de julio de 2009

La Izquierda Alternativa y el Síndrome de Estocolmo

Publicado por I.S.M.A. AQUÍ



"Terrorífico error en su huída hacia delante de un sistema irrecuperable que se autoenguye"

Desde la perspectiva de la agudización de la desgobernanza a la que asistimos en el Estado Español, como un simbolo muy significativo de la huída sin sentido hacia adelante, a la desesperada, de un sistema global, que tras un año de tratamiento de extrema urgencia sigue sin dar señales de sobrevivencia. El Síndrome de Estocolmo parece un buen punto de partida para reflexionar sobre la actitud actual de la izquierda alternativa, que ya se merece que sus variadas propuestas se pongan en práctica cuanto antes.

Un Error Terrorífico


Un estudio en Estados Unidos demostró que en aquellos estados que más crecieron en Producto Interior Bruto, mayores pérdidas se dieron en Biodiversidad, en sus distintas dimensiones.

La visión ambientalista sin duda habrá pensado que este resultado es lógico, ya que los supuestos beneficios para la sociedad norteamericana no se podrían haber conseguido, sin hacer retroceder en bienestar a la naturaleza, que sería consumida así como un recurso más, sin pararse demasiado a reflexionar en las consecuencias.

La idea de Sostenibilidad desmentiría, según la Economía Ecológica, este supuesto, que deja de tener peso cuando asistimos conscientemente a la escalada de agresiones contra nuestra calidad de vida en todo el planeta, precisamente por hacer caso omiso, durante demasiado tiempo, a las voces de muchos científicos y críticos sociales que abundaban y reabundaban en lo mismo: que nuestra gallina de los huevos de oro no es el capital, así, a secas, como un ente abstracto fácilmente manipulable en la mente de la ciudadanía, sino los territorios de los que formamos parte, como biodiversidad y diversidad cultural (diversidad bio-cultural), entrelazadas por el conocimiento local (y glocal) que ha sido negado y arrollado por los planteamientos de la globalización económica, y antes también por la aplicación técnica de unos mismos estándares de gestión de nuestras vidas y del territorio, provenientes de otros lugares, otras experiencias históricas, y por supuesto otras mentalidades.

Hoy día incluso sería rentable construir una pista de hielo en el Sáhara, abastecido por la sobreabundante energía solar, aprovechada según las sabias tecnologías hoy al uso. Pero hace años hubiera parecido un chiste.

Para chiste ese error fatal y terrorífico, que no solo se puede dar en hospitales.

Terrorífico error el cometido en estos años en la gestión de muchos territorios, como el Estado Español. Y aquí es donde nos planteamos seriamente, la presión del llamado Síndrome de Estocolmo en la mente de nuestros movimientos sociales, ya de por sí machacada, según y como, por esta verdadera guerra civil, que por ejemplo ha "bombardeado" con suma impunidad, más casas que los ejércitos aliados en Alemania en la Segunda Guerra Mundial (datos recordados por Ramón Fernández Durán y José Manuel Naredo, entre otros).

En cualquier proceso de resistencia resulta vital conocer, aprender y aplicar determinadas herramientas de las que usa el propio sistema que tratamos de corregir o reemplazar.

Como ya denunciaba un artículo en la revista de SODEPAZ, hace años, a las grandes ONGs les estaba ocurriendo como a los sindicatos. Debido a su mayor profesionalización y especialización, se estaban convirtiendo en hábiles herramientas del poder que trataban de usurpar (para toda la sociedad, no para unos cuantos). De ese modo, los colectivos sociales, y en distinto grado, se han ido arrimando a la semántica del poder, al mismo tiempo que su número ha ido creciendo exponencialmente; por ejemplo en el Estado Español, como antes ocurriera igual en otros estados más "avanzados" como Suiza.

Pero el sujeto está ya cadáver. Nos referimos al Capitalismo como lo habíamos conocido hasta ahora. Tras múltiples tratamientos de choque, en múltiples tejidos (léase estados) y de múltiples maneras, el cadáver sigue sin dar respuestas de su sobrevivencia.

El Síndrome de Estocolmo predice que, tras empujar tantos años contra ese muro que, desde la mayoría de nuestros discursos parecía indestructible, El Capitalismo, ahora que se cae de manera ya ruinosa, los siempre-críticos con el Sistema: ¿Saben lo que hacen ahora? Pues o bien seguir la estrategia del Avestruz, es decir, mantenerse callados, expectantes, o bien seguir criticando como si no hubiese pasado nada. Las dos opciones son sabias, sin duda. Lo que aquí echamos de menos es refrescar todo ese cúmulo de alternativas, que hemos ido aprendiendo, y construyendo durante décadas, y que ahora, como no podía de ser de otra manera, ahora que el cadáver está más que muerto, entre otras cosas por la propia pérdida de confianza de sus antiguos principales sostenedores, precisamente ahora, siguiendo la técnica de aprovechar la fuerza del contrario, hacer que ese cadáver fermente, germine y rebrote alquimizado por tantísimas propuestas alternativas y prácticas, baratas, asequibles, de coste casi cero (zeronomics) (comparada con las que se han puesto en práctica por el poder, como obras faraónicas e inútiles, obsoletas, inservibles, mortíferas, resultado de esta tercera guerra que llamábamos, hasta el sustillo del 2001, Guerra Global Permanente)

Mejor manera de caerse el sistema no podía haber habido, por mucho que la hubiésemos intentado soñar, como un todo. Es verdad que esta caída es también fruto de la resistencia desde múltiples sujetos y colectivos durante décadas, tramajo que no hubiésemos podido desarrollar si no hubiésemos aprendido a "galopar en nuestros sueños". Porque en cualquier campo de actuación, nuestros deseos se basan en nuestros sueños, deseos que han sido soñados, de noche y de día, cada vez por un mayor número de personas y colectivos.

Por eso la situación actual parece, o es, paradójica. Evidentemente esto nunca antes lo habíamos vivido. Un ejército al que se le presenten las posibilidades de vivir en paz durante, digamos, los próximos cien años, debe evidentemente cambiar su estrategia. Si matar congéneres deja de tener sentido, ese ejército se reconvertirá hacia la paz, y su labor se podrá centrar más en apoyar desde la acción positiva a la población, a través de múltiples posibilidades.

Pero claro para eso hay que cambiar el chip. Si solo sabes matar, de la noche a la mañana no vas a dejar de hacerlo, ya que esa ha sido durante mucho tiempo tu principal determinación vital: priducir la muerte.

Como ese sujeto (matador) ya es cadáver, a juzgar por la magnitud de su desinflamiento (Probablemente estemos muy cerca, o habríamos superado ya esa tasa de consumo de recursos, a la baja, en este año de supercrisis global, que nos permitirá muy pronto poder cantar victoria en cuanto a sostenibilidad)

Muchos lectores podrían afirmar que esta discurso no es nada realista. Que miren las cifras de caida del PIB a nivel mundial y verán.

Ese silencio expectante del que hablabamos es una opción de respuesta muy válida, en los movimientos sociales. Y la crítica acerada, como la que solemos hacer desde estas plataformas de blogs intraconectados, por supuesto que es más necesaria que nunca. Crítica propositiva es quizás lo que echamos de menos. Porque la oportunidad que tenemos por delante es de oro. Es el momento idóneo, además, de impulsar cambios sociales que se venían reivindicando durante décadas. Es el momento de "arreglar la casa", el Planeta, que es de tod@s. Ya la democracia nacional carece, por sí sola, de sentido, pues la trama ecosistémica nos hace a tod@s estar en el mismo barco y vernos afectad@s por cualquier cambio significativo en los ecosistemas de cualquier parte del Mundo. Resurge así con fuerza, la idea de cosmopolitismo ecologista, como indica Angel Valencia. Ese ecologismo internacionalista, que se ha nutrido de feminismo, y de indigenismo, entre otras, nos lleva a proponer que hoy día nos sentimos tod@s indígenas, tal como aprecia un sociólogo en las luchas concretas de Mallorca.

Así pues, poco a poco, se va sedimentando cada vez más "el sentido común" en nuestro cerebro bien amueblado. Y volvemos a nuestros orígenes indígenas, arropados por el conocimiento local, y por ello desde aquí esta invitación, completando el modelo de Angel Valencia, a considerar que el actual cosmopolitismo, además de ecologista, es INDÍGENA.

Claro que para comprender esto ayudaría que nuestra consciencia navegase gustosa, por ejemplo, por la ciencia de Gaia, que tras treinta años de vida (como teoría) ya se merece que le prestemos más atención, a ella y a toda la biología que lleva asociada, la biología del siglo XXI, cuya presencia en los movimientos sociales, educación, universidades, está a punto de romper el cascarón, y "salir del paleolítico". Esto no es responsabilidad, solo, de los movimientos sociales, y de la sociedad en general (como parte de ella hablo), sino que también puede sin duda ser debido a la verdadera explosión en descubrimientos científicos de estas recientes décadas.

Y la ciencia "es harina de otro costal". Por un lado la ciencia, dentro de las paradojas que vivimos, tiende a ser muy conservadora en sus estructuras burocráticas, al estar insertada en instituciones y entramados empresariales, que buscan ante todo su reproducción y mantenimiento. Pero claro, hablar de ciencia hoy día, con miles de universidades cada una de su padre y de su madre, es hablar de una heteroheneidad tremenda en todos los sentidos.

Y así, al principio poco a poco y últimamente "como un vertiginoso orgasmo", los conocimientos científicos se han incrementado en variedad y calidad. Y nos encontramos con un racimo de teorías y descubrimientos "que rompen la pana", esto es, que destrozan "ipso facto" toda esa pesada estructura, ya bastante carcomida en sus escasas justificaciones para su anacrónico mantenimiento, ese Castillo de Kafka, ese paraguas greco-romano-judeocristiano, cuyo socavamiento definitivo necesitaba de muchas fuerzas aliadas presionando juntas, un cierto tiempo, en la misma dirección.

La revolución científica, larvada, que anda ahora recién "rompiendo el cascarón", es como la primera vedette del maravilloso escaparate que tenemos delante en estos momentos de tantas posibilidades.

Junto a esa vedette, y no menos valorada que ella, caminan otras bellezas del mismo porte e importancia, cuando las miras con cierta perspectiva.

La afluencia de una masa crítica de nativ@s digitales.
La caída del imperio de los medios de (deformación) de masas, ante el auge de internet.

La evidencia global de la minusvalía de este sistema, que en su "huida hacia delante" ha terminado por demostrar, a ojos de todos, su ineficiencia y la necesidad del sufrimiento y la represión de la libertad de cada vez más personas en el mundo entero. ¿A cambio de qué? A cambio de empeorar la calidad de vida de toda la humanidad.

Ahora Todo El Mundo Sabe Más De La Cuenta.

Y por eso ya no vamos a dejar "que nos la den con queso". Tras tantísima violencia acumulada en tantos cuerpos, es lógica la desazón y la aparente falta de reacción, por parte de los movimientos sociales. Han hecho lo indecible estos años para hacerse escuchar por todos los medios. El que calla otorga, desde luego, pero en los dos sentidos. Si el discurso de la (deseada) caída del capitalismo por parte de los movimientos sociales, se ha visto "duplicado" y reforzado por parte de los mismos capitalistas, evidentemente ya no hace falta que lo sigamos repitiendo desde los movimientos sociales. Las cosas parecen estar bastante claras. La gente lo que no quiere, de corazón, es más violencia.

nyc.indymedia.org/es/2009/07/106454.html

2 comentarios:

  1. Publicado en Indymedia Nueva York:
    (sin colores)

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  2. Parece mentira ,k un profesor de universidad como vos, frivolice sobre la guerra civil y mas aun con el sindrome de estocolmo,y los enfoke como parametro de exponer una argumentacion sin argumentos,Me pregunto como se puede escribir tanto para decir tan poco y una vez mas t digo k mezclas las churras con las meninas
    berbertina SALUT!!!!!

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yesyukan