miércoles, 15 de julio de 2009

Sindéresis

Sindéresis

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Sindéresis es la capacidad natural que los seres humanos tenemos para juzgar rectamente y con acierto. Es examinar y observar con entendimiento y discreción. También se entiende por tal la misma "conciencia", en el sentido de "(...) un perpetuo despertador, que nunca duerme; un continuo predicador que nunca enmudece, y un ayo, que siempre anda en nuestra compañía, exhortándonos a la virtud y apartándonos del vicio (...)" (cf. "Guía Espiritual" P. Luis De La Puente. pag. 283). Es por lo anterior que esta sindéresis "(...) En haciendo la buena obra, la aprueba, alaba y galardona con la paz de la buena conciencia. Y al contrario, en cayendo en la culpa, nos reprende y castiga con el remordimiento, para que otra vez no caigamos en ella, y si vuelve la ocasión, nos avisa que nos mortifiquemos en quitarla, y que acudamos a los remedios que hay para prevenirla. Tal es el oficio que hace la buena conciencia, la cual es vicaria y lugarteniente de Dios, promulgadora de su divina ley natural. O, como dijo San Pablo (Rom. II.n. 15), es la misma ley viva escrita en los corazones de los hombres (...)"(cf. ibid.).

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Conciencia moral y sindéresis. [editar]

La conciencia moral parte desde que "la libertad hace del hombre un sujeto moral". Cuando actúa de manera deliberada, el hombre es, por así decirlo, padre de sus actos. "Los actos humanos realizados libremente tras un juicio de conciencia, son calificados moralmente de buenos o malos".(cf.; "Catecismo (vaticano) de la Iglesia Católica", párrafo 1749). "En lo más profundo de su conciencia el hombre descubre una ley que no se da a sí mismo, sino a la que debe obedecer y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, llamándolo siempre a amar y a hacer el bien y a evitar el mal".(cf.; ibidem, párrafo 1776).

La conciencia en la sindéresis, y el Espíritu Santo. [editar]

Al hombre, creado a imagen de Dios, el Espíritu Santo da como don la conciencia, para que la imagen pueda reflejar fielmente en ella su modelo, que es sabiduría y ley eterna, fuente del orden moral en el hombre y en el mundo. La « desobediencia », como dimensión originaria del pecado, significa rechazo de esta fuente por la pretensión del hombre de llegar a ser fuente autónoma y exclusiva en decidir sobre el bien y el mal. El Espíritu que « sondea las profundidades de Dios » y que, a la vez, es para el hombre la luz de la conciencia y la fuente del orden moral, conoce en toda su plenitud esta dimensión del pecado, que se inserta en el misterio del principio humano. Y no cesa de « convencer de ello al mundo » en relación con la cruz de Cristo en el Gólgota. (cf.; Encíclica DOMINUM ET VIVIFICATEM párrafo 36).

Ahora bien, por muy diversos motivos, los hombres perdemos la precisión en cuanto a la seguridad con que sentimos "la buena conciencia" (pueden influir los malos consejos de terceros, experiencias que confundan, etc). No hay, así, certeza de lo bueno o de lo malo. A veces tampoco sabemos el fundamento de lo que es bueno, o de por qué lo otro es malo. La Biblia y otros libros sagrados -y la Iglesia- para los cristianos, podrá orientar. Puede pedirse también directo consejo a Dios en oración.

La Iglesia Católica y la sindéresis. [editar]

La Encíclica EVANGELIUM VITAE expresa claramente que lo expresado al final del párrafo anterior es motivo de preocupación para la Iglesia, cuando dice: "(...) no menos grave e inquietante es el hecho de que a la conciencia misma, casi oscurecida por condicionamientos tan grandes (se refiere aquí a la legitimación de las prácticas contra la vida, como el aborto, la eutanasia, y otras), le cueste cada vez más percibir la distinción entre el bien y el mal en lo referente al valor fundamental mismo de la vida humana.(...)" (cf.; EVANGELIUM VITAE, párrafo 4).


El reato y la sindéresis. [editar]

Dios es amor y misericordia. Pero no prescinde de dejar clara la fundamental diferencia entre actuar conforme el bien o, contra éste, en el mal. El reato es la consecuencia de la actuación sin mirar el bien. PrOfeTa 013

La sindéresis y la conciencia racional. [editar]

Consideraremos la "conciencia racional" como equivalente a la ratio definida por San Agustín, y para éste, la ratio es la facultad mental de distinguir y relacionar las cosas aprendidas. Es anterior a la facultad intelectual. Sin embargo, para San Agustín, la ratio o "razón" es inferior al intelecto. El hombre posee la razón antes de empezar la actividad de la intelección, que es una contemplación. Aquí se tomará la ratio como idéntica a la razón porque entendemos a la ratio como una forma de estar consciente mediante la razón o intelecto. Es decir, preferimos ver al intelecto como el instrumento mediante el cual se despliega la "conciencia racional" o ratio. Ahora bien, entre la "conciencia racional" y la "conciencia" propiamente tal existe un infinito de por medio. Lo anterior, ya que "la conciencia" es infinita en sus posibilidades, y por lo mismo los hombres no podemos abarcarla por completo. Entonces, nuestra conciencia es "abierta" gradualmente, por así decirlo, por el Espíritu Santo. Así, la conciencia racional es "la conciencia del hombre", que Dios puso en cada uno de los seres humanos a través del Espíritu Santo.

Bibliografía. [editar]

  • De La Puente, Luis (1614, 1926). Guía Espiritual. Apostolado de la Prensa. Madrid. ISBN.
  • Vaticano (2000). Catecismo de la Iglesia Católica. Vaticano: Vaticana. ISBN.

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