Cierto sentido de la provocación combinado con la necesidad de poner aunque sea un pelín de contrapeso, avanzando contracorriente a los tiempos que corren, me empujan a elogiar el ocio alzando mi voz contra la oleada de productivismo que nos invade en especial en estos días en que la patronal ha puesto el grito en el cielo ante el desbarajuste que supone para el país paralizarlo(¡que se lo pregunten a agencias de viajes, hosteleros y afines!) con el encadenamiento de fiestas que provocan un puente enorme, como si dichas fiestas les hubiesen pillado desprevenidos o les hubiesen sido impuestas de tapadillo y a traición por los astutos lumbreras sindicales; si se mira desde otra óptica parecen plausibles tales días de merecido asueto como reflejo del tan cacareado estado de bienestar en el que supuestamente vivimos o hemos vivido, gracias a los patronos y a sus gestores, los políticos, que tanto se preocupan por nuestra salud y disfrute. Los días son propicios para recurrir a la lectura de algunos pensadores, bien currantes por cierto, que hicieron encendidos y sagaces elogios de la ociosidad: ahí están los Paul Lafargue y su intempestivo <
De entre los textos nombrados quizá el que más lejos lleva las cosas, sin demérito para los demás, es el debido al yerno de Karl Marx, en el cual se reivindica la pereza como derecho ¡ahí es nada! Tomando como centro de gravedad, o levedad, fundamentalmente tal obra escribo este artículo que en gran parte es mera reescritura, haciendo honor a la reivindicación mantenida; si unos decían que piensen ellos, servidor en este caso mantiene la cómoda postura de retomar, en un laborioso ejercicio de corta y pega, lo escrito hace unos añitos.
El libro , originalmente, fue publicado por entregas en el diario socialista L´Egalité, entre mediados de junio y principios de agosto de 1880(tres años más tarde vería la luz en formato libro). El comienzo del vanguardista texto era de traca: <
El autor del reseñable panfleto se dedica a lo largo de casi un centenar de páginas, a criticar la religión del trabajo, la religión del capital, con logradas dosis de humor, ironía, y exactitud acerca de lo que analiza, y afirma. <<Le Droit à Paresse, refutation du droit au travail de 1848>> es dentro del género panfletario(y lo digo con el debido respeto), digno seguidor de aquél texto ejemplar, en el mismo terreno, de su suegro(, el Moro Marx, y su amigo elGeneral Engels): <
La obra se inspiraba en un libro muy serio que su suegro tenía en su surtida biblioteca: <<Du droit à l´oisiveté et de l´organisation du travail servile dans les républiques grecques et romaines>>(1849) de un tal Moreau-Christophe. También le sirvieron como inspiración las denuncias del dogma del trabajo debidas a Charles Fourier. Aprovechando su estancia en la sombra de Sainte-Pélagie, preso, junto a los socialistas Guesde y Dormoy, condenados los tres por su encendida intervención en un mitin en el que llamaban a acabar con la burguesía, escribió en el encierro el texto del que hablo.
Contra, el trabajo, esta actividad <
Tal liberación del trabajo asalariado, <
Si tal era la esperanza inminente del miembro de la Internacional, y fundador del Partido Obrero francés, teniendo en cuenta el estado de las fuerzas productivas en aquellos años , qué se podría decir en estos nuestros tiempos tras la tercera revolución informática y la creciente utilización de la robótica en las cadenas productivas; sin embargo, desde entonces el rumbo tomado por el trabajo ha sido introducir relojes y controles en las fábricas y en otros centros de trabajo(fordismo y taylorismo como guías) y ahora que <
Añadiré, en consonancia con las líneas que anteceden, que no se ha de olvidar el carácter de maldición divina(<
Iñaki URDANIBIA
N.B.: estas notas fueron escritas en la semana puentera a la que aludo. Éramos pocos y…don Mariano parece que nos pone a la altura de los deseos de la CEOE , en este tema también.
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