viernes, 25 de septiembre de 2009

Ayahuasca: memoria y conciencia



Ayahuasca: memoria y conciencia Ayahuasca: memoria y conciencia
Dr. Jacques Mabit

Este artículo es un extracto de la Conferencia inaugural para el 25 aniversario de la Sociedad de Antropología de la Conciencia, 15 de abril del 2005, Universidad de Masschusetts, USA.



El aporte del Ayahuasca


Así que hemos constatado que :
• el modelo clásico dominante aún de la ciencia occidental se revela a la vez inadecuado e insuficiente para dar cuenta de los datos objetivos proporcionados por sus propias experiencias;
• tampoco puede pretender a ello en vista del marco epistemológico del pensamiento racional occidental;
• menos puede dar cuenta de la dimensión subjetiva que envuelve el recojo de esos datos experimentales ni tampoco de lo vivido por el ser humano en su foro interno y que escapa al mundo fenomenológico como es la conciencia;
• sin embargo, en los campos más avanzados de la ciencia contemporánea, se proponen modelos que reclaman la validez de la dimensión subjetiva del ser y proporcionan sistemas que requieren abordar el espacio metafísico e introducir la variable de la conciencia en sus ecuaciones;
• esos modelos se revelan coherentes con las propuestas de las medicinas tradicionales o prácticas llamadas chamánicas y a la vez pueden enriquecerse de ellas, en especial en su maestría en la inducción de modificación de los estados de conciencia (EMC).

Es precisamente en este punto que queremos ahora, considerar de manera más cercana el ejemplo del uso del brebaje Ayahuasca en el contexto de las prácticas chamánicas de la Amazonía.

Creemos que el uso del Ayahuasca es una ilustración de un procedimiento más general de las prácticas de los pueblos ancestrales que mantienen ciertas características a través del tiempo, del espacio y de las culturas. Esas principales constantes en la inducción de modificación de la conciencia son las siguientes :
• existe una intencionalidad de quién es sujeto del EMC : nunca se da con un propósito únicamente lúdico o de mera curiosidad;
• a inducción es guiada por un experto (maestro) experimentado, iniciado;
• el experimentador requiere de un grado de preparación (o sea no se improvisa la experiencia);
• se establece un contexto para la inducción que incluye reglas precisas, en especial en el manejo energético del cuerpo (dieta, comportamiento sexual, posturas...) y en el manejo del entorno inmediato (ubicación de la experiencia en un lugar y un tiempo adecuados);
• el cuerpo es el instrumento esencial de la inducción del EMC y por ende de la iniciación, el resto constituyendo la logística secundaria y variable;
• a medida que uno va dominando las técnicas de inducción, para conseguir el mismo efecto se reduce la intensidad del estímulo inductor;

Aunque el modo de inducción puede ser muy variado, desde el uso de sustancias psicoactivas hasta técnicas de híper o hipo estimulación como ya señalamos (música, ritmos, hiperventilación, esfuerzo extremo, dolor intenso, aislamiento sensorial, etc.), los elementos del marco de inducción según las constantes arriba señaladas se manifiestan a través del procedimiento ritual.

El ritual es la puesta en forma en el mundo sensible de la relación con el mundo invisible. Establece así una puerta entre el mundo fenoménico de la manifestación y el mundo numinoso de la esencia de las cosas o universo invisible de las Formas. En otras palabras, vincula el "mundo-este" con el "mundo-otro" y permite pasar de uno al otro en ambos sentidos. Se reconoce como fundamental el hecho de que en esta encarnación nos toca estar en el aquí y ahora y que todo pasaje hacia el mundo-otro requiere de un procedimiento cauteloso y respetuoso que permita volver el "viaje" enriquecido de las informaciones adquiridas. El contacto con las dimensiones numinosas supone la asimilación de cargas psíquicas de alta energía y por lo tanto potencialmente desestabilizadoras. Acercarse a las realidades trascendentales exige de manera absolutamente indispensable un contexto de contención y de pos-integración de las experiencias vividas. Las experiencias-cumbres (peak-experience) son fáciles de provocar con cualquier sustancia pero su integración es condicionada al respeto de las formas rituales. La trasgresión de esas formas, provoca una irrupción violenta de cargas energéticas que ni la mente ni el cuerpo pueden soportar: la consecuencia es la enfermedad física o mental.

El cuerpo constituye nuestro único bien permanente en esta vida. La integración del mundo perceptual o sensitivo fundamental se realiza como lo vimos a nivel del paleo-cortex y tiene que ver con lo que conceptualizamos como nuestra presencia a nosotros mismos y en el mundo. Es precisamente la definición de la conciencia fundamental, básica. Nos encontramos al punto opuesto del concepto occidental habitual de una conciencia de origen cortical superior. La conciencia primigenia surge ante todo de nuestra existencia corporal y se iría integrando piso por piso, a nivel emocional primero y luego a nivel cortical superior o sea simbólico y racional. En otras palabras, nuestro cuerpo "sabe" antes que nuestro corazón y que nuestra cabeza! Cierta escuela psiquiátrica reconoce que la función simbólica es una función psíquica y, como en el chamanismo y en las tradiciones ancestrales, acepta consecuentemente que el cuerpo humano asume une función psíquica de integración del orden del mundo. El cuerpo humano como microcosmos es imagen del macrocosmos y como dice San Gregorio el Grande : "El hombre comparte la existencia con las piedras, la vida con los vegetales, la sensación con los animales, el conocimiento con los ángeles y si así es , es porque es de cierta manera cada uno de ellos".

Los EMC permiten salir del mundo conceptual racional y "bajar" en las emociones y luego en el cuerpo, franqueando los umbrales sucesivos que nos aíslan de nuestra memoria somática. En el contexto occidental, muchas veces el mundo mental se ha conformado como una cárcel donde la conciencia se reduce a un raciocino razonante.

Nuestra conceptualización del mundo se elabora en base a nuestra experiencia somática y ello desde nuestra concepción. Los sentidos nos traen datos sobre la realidad del entorno que se inscriben dentro de un espectro perceptual definido por el uso habitual de nuestros sentidos y la transmisión cultural u educativa. Así los Aguaruna que viven sumergidos en un mundo vegetal distinguen muchos más variedades del color verde que un occidental promedio. La represión racional occidental de las percepciones extra-sensoriales en los niños por sus padres inducen en ellos una auto-censura y negación de esas facultades mentales comunes a todo ser humano. Si en estado ordinario de conciencia vemos generalmente desde las frecuencias luminosas del rojo al violeta, técnicas de inducción de modificaciones preceptúales generan la conciencia de otros colores en las franjas del infra-rojo o del ultra-violeta. El mapeo visual de nuestra realidad se amplía entonces y adquiere mayor riqueza: el mundo invisible se vuelve visible. Lo mismo se puede formular en relación a los demás sentidos elementales y así el ensanchamiento de nuestro espectro perceptual habitual de la realidad nos permite acceder a una realidad mucho más amplia o en cierta forma a otras realidades. Por otra parte, no existe discontinuidad entre nuestros sentidos y se puede experimentar entonces percepciones cruzadas: se "escucha un color", se "ve un sonido", se "toca un olor"... Del mismo, modo, se agrega a esos sentidos clásicos que nos orientan hacia la realidad externa, todas las funciones fisiológicas internas (propiocepción) y su integración en facultades mentales diversas: sentido noético de la realidad, esquema corporal, sentido del pasar del tiempo cronológico, ubicación en el espacio, etc. La inducción de la modificación de la conciencia puede afectar todos esos datos de nuestra realidad interna y así hacernos acceder a un mundo-otro interno insospechable.

El experimentador de los EMC se da cuenta rápidamente que su experiencia desborda también el espectro cubierto por el lenguaje habitual. Cuando ello ocurre, no encuentra las palabras adecuadas para expresar su vivencia interna. Más allá del espacio verbalizable, alcanza formas extáticas inefables e indecibles, accediendo en plena conciencia a un mundo supra-verbal. Este estado se tendrá que diferenciar del mutismo del adicto que más bien exploró un mundo fusional y primitivo infra-verbal, del cual no puede dar cuenta porque sus vivencias ocurren en plena inconciencia.

La experiencia clínica nos permite además agregar que las memorias somáticas no encierran solo las vivencias de la biografía individual sino que son portadoras de las herencias mnésicas de los ancestros. Más allá de este bagaje familiar, se añade el bagaje cultural étnico, religioso o nacional... y más allá aún las memorias de nuestro origen biológico y finalmente de nuestro origen como humanos. En otras palabras, somos portadores de la memoria universal.

Por lo tanto, la ampliación inducida de la conciencia nos puede dar acceso a muchas memorias dolorosas, individuales, familiares, colectivas y hasta universales. Se entiende entonces que no existe una auténtica iniciación al universo interior propio, a la conciencia de la realidad de las cosas y de nuestro ser sin atravesar sufrimientos. El contexto ritual permite ordenar la experiencia de tal modo que uno no acceda a cargas que no esté preparado a soportar. Las diferentes preparaciones apuntan a ello y a purificar el cuerpo de tal modo que tenga las condiciones que le permitan engramar (registrar, grabar) esas nuevas informaciones sin desestabilizarse. No es de extrañar entonces el hecho que los indígenas de la Amazonía califiquen ante todo al Ayahuasca de "purga".

El contexto ritual es doble. Se da en el mismo momento de la experiencia de modificación de la conciencia pero se da también dentro del espacio cultural en el cual se realiza la experiencia. En ese sentido, los indígenas han elaborado a lo largo de los siglos una cosmovisión que les da un marco innato para integrar las vivencias surgidas en estados no ordinarios de conciencia inducidos mediante las técnicas que dominan. De esta manera, la transferencia de técnicas o de uso de sustancias de un contexto cultural a otro requiere de precauciones. El tabaco, planta maestra de la Amazonía se ha vuelto un poderoso veneno occidental mientras el vino que estructura las culturas mediterráneas destruye culturas aborígenes o indias. Igual podríamos decir de la coca andina versus la cocaína occidental, de la amapola asiática versus la heroína occidental...

Así es notorio que para los occidentales, las funciones corticales superiores siendo dominantes, atribuyen a la "visión" una función esencial sin tomar en cuenta que viene como resultado de la integración paulatina de los datos somáticos y luego emocionales. El querer acceder directamente a la integración cortical sin respetar el proceder natural genera atrevimientos peligrosos. Los occidentales tienden a despreocuparse de la preparación física y luego psico-emocional al momento de inducir una modificación de la conciencia. Creen que pueden abstenerse de las formas rituales que atribuyen a meras obligaciones culturales que no les corresponden. Su pérdida de la dimensión simbólica como activa, eficaz y operatoria, les hace pensar de que se trata de una recreación virtual sin mayor importancia y de la cual pueden exonerarse.

Los indígenas nos recuerdan entonces que hay invariantes universales y que si bien existen leyes de la naturaleza visible, existen igualmente leyes de la naturaleza invisible. En otras palabras nos hacen recordar que el mundo está ordenado y que lo peor que le puede pasar al ser humano es de volverse auto-referente y olvidarse de que existe un "otro". La experiencia de EMC apunta entonces a reconectarnos con esta memoria ontológica y así reintegrar nuestro orden interno en el seno del gran orden universal, lo que es profundamente curativo y sanador. Dentro de la sesión de ayahuasca, el maestro-curandero restablece un super-orden que permite a su paciente pasar por una fase de relativo desorden en el proceso de la exploración de sus desarreglos internos y luego reintegrarse a sí mismo enriquecido de su experiencia. La intencionalidad del sujeto hace eco entonces con la intencionalidad del que dirige la experiencia. Ello nos remite a la descripción de los sistemas vivos como sistemas de información abiertos donde la acumulación de datos llega a activar tanto el sistema que lo lleva a una situación pre-caótica. En esta fase de hiperactivación del sistema, se presenta una crisis donde se ofrece una bifurcación posible hacia la entropía (degeneración y muerte) del sistema o bien se presenta un salto cualitativo neguentrópico (vital) hacia un nuevo orden integrador. Por ejemplo, una enfermedad física puede resolverse o por lo menos aliviarse mediante la integración del sentido de esa patología somática a nivel psico-emocional. Del mismo modo, para una patología psico-somática como la depresión, el salto cualitativo puede darse hacia el orden trascendental de la dimensión espiritual. En cada uno de esos pasos, existe para el ser humano un momento de deliberación interna donde se encuentra solo con su conciencia profunda, diría ontológica, para optar libremente hacia la entropía o la neguentropía, hacia la muerte o hacia la vida.

El mundo occidental carece hoy en día de una cosmovisión compartida y más bien se encuentra en ese estado de crisis emergente donde una bifurcación se ofrece en su camino: la elección individual y colectiva por la vida o por la muerte. Esa ausencia de marco conceptual que sirva de referente universal impone una transferencia de las prácticas indígenas de EMC sean cautelas. La tentación frecuente de abandono de las raíces occidentales para adoptar modales pertenecientes a culturas ajenas, plantea desde su inicio una incoherencia ya que se busca la reintegración de su naturaleza profunda negando desde el inicio un componente esencial de esa misma naturaleza. La auto-negación de una parte de sí mismo de hecho impide resolver procesos disociativos que son una característica de la patología occidental colectiva. A este nivel también el abordaje intercultural requiere encontrar puentes que alcanzan dimensiones universales o invariantes de la naturaleza humana, tras de las fronteras culturales. Muchos antropólogos establecieron como imposible esta tarea, encerrando las prácticas indígenas dentro de un espacio supuestamente infranqueable para el occidental. Ello se debe esencialmente a su acercamiento a esas prácticas, marcado por el distanciamiento de la supuesta y obligada objetividad científica cuya inanidad ya hemos señalado. El temor a perder el estatus académico que les otorga su contexto occidental les mantiene en la otra orilla donde se excluyen de la experiencia directa y viva. Sin embargo, ya sabemos que la integración cortical superior en esos casos no puede abstenerse del compromiso personal con el cuerpo y la psique. Este riesgo despierta en las mentes occidentales un gran miedo, que es el de la pérdida de control y por ende de la locura. A la vez revela la presencia inconsciente de la fractura disociativa del pensamiento y del modo de vivir en un Occidente con tendencias esquizofrénicas, y señala con razón la necesidad de establecer sistemas de contención e integración de la conciencia. Se vuelve problemático el hecho que muchas autoridades académicas, religiosas, políticas, enfrentadas a este temor (o hasta terror) personal, decidan establecer una contención colectiva, proyectando así sus miedos a la colectividad y confiscando a los demás el acceso a su mundo interior. El mito del riesgo cero constituye una fantasía casi delirante que obsesiona a numerosos occidentales y los lleva a escoger la muerte como único lugar definitivamente seguro.

Los puentes interculturales se encuentran en la dimensión simbólica de las culturas, expresadas en el arte y todas las expresiones religiosas. En ese sentido, nuestra cultura occidental posee raíces religiosas poderosas que puede reencontrar en la dimensión mística de su tradición espiritual. La vida de numerosos ascetas o místicos demuestra ampliamente cómo vivieron una espiritualidad experimentada que incluía el cuerpo y la parte psico-afectiva de su personalidad. Experimentaron estados no ordinarios de conciencia similares a los de los chamanes de las culturas indígenas. Serafín de Sarov comía hierbas en el bosque ruso, se relacionaba con los animales, tenía fenómenos luminosos, veía hechos a la distancia y en el tiempo, tenía dotes de ubicuidad, telepatía, etc. Basta al hombre occidental indagar en el riquísimo legado espiritual de su cultura para encontrar todo lo necesario para explorar su mundo interno. Sin embargo, el agregar las técnicas chamánicas le proporciona un instrumento poderoso para hacer frente a la urgencia de su pronunciamiento hacia la vida o la muerte en una situación de crisis emergente que exige respuestas inmediatas. Un número creciente de individuos en Occidente llegan a vivenciar a nivel personal esa crisis de "emergencia espiritual" a tal punto que la escuela de psicología transpersonal se vio obligada a definir criterios de identificación de esas crisis para diferenciarlas de brotes psicóticos o disociación delirante. La bifurcación posible hacia un estatuto involutivo u otro evolutivo en toda crisis con aspectos delirantes merece un discernimiento ya que se puede frustrar un proceso curativo y encerrar al sujeto en una camisa de fuerza química de por vida. El uso indiscriminado de sustancias psicoactivas induce una multiplicación de esas crisis en especial con el cannabis donde se ven más y más jóvenes con "psicosis canabinoíde". En esos casos, el joven franquea el umbral de contención mental-cultural sin preparación espiritual y se encuentra con información sobre el mundo-otro de la Formas esenciales que trata de integrar a nivel psíquica-emocional. Su mente desbordada se desintegra parcialmente y enuncia verdades del mundo-otro que sabe ciertas pero que asimila a su dimensión egotica infantil. Su ampliación de la conciencia se transformó en inflación del ego: asume como suyas realidades trascendentales, transpersonales. La extrema potencia de esas realidades genera en el sujeto un estado de fascinación que lo aliena. No está loco en el sentido de lo que dice no es la verdad en esencia sino por el hecho de que interpreta esas realidades con su capacidad limitada y las ubica en el lugar erróneo.

Los EMC en las toxicomanías


Reconocemos aquí el mecanismo de las adicciones o fármaco-dependencias que ejemplarizan en nuestra opinión todas las contradicciones del modelo de vida occidental. Sabemos ahora que este mecanismo de la dependencia abarca más que el uso de sustancias como por ejemplo la dependencia al juego, a las compras, al internet, a la televisión, a la comida, etc. En este proceder, el ser humano invierte sus esperanzas de felicidad mediante la ingesta, la incorporación física o psíquica de algo considerado ajeno a sí mismo y supuesto portador de lo que le faltaría. No escucha la voz de la Tradición que le enseña a través de los siglos que el conocimiento y la sabiduría se encuentran en sí mismo: lo busca afuera. El objeto exterior (sustancia, dinero, pantalla...etc.) se idolatra como fuente de plenitud para colmar la sensación sumamente angustiante del vacío interior. Dejan de ser instrumentos de la logística para la realización de la vida para transformarse en portadores de significados trascendentales que el ser humano proyecta en ellos. Este modelo ha terminado por invadir por completo la sociedad occidental y hacer de todos sus individuos toxicómanos activos y muchas veces inconscientes. Bastaría cancelar por unos pocos días el consumo de azúcar refinada y de ansiolíticos por ejemplo para darse cuenta de la importancia del síndrome de abstinencia que generaría a nivel colectivo, prueba contundente de la adicción colectiva. De hecho, las fármaco-dependencias surgen dentro del contexto de la sociedad occidental y son casi ausentes de las sociedades tradicionales ancestrales. Y hay que precisar que este paradigma occidental en su degeneración supera ampliamente los límites geográficos de los países del Norte y de los "blancos" y que ha contaminado casi todo el planeta, se ha infiltrado en las culturas las más ajenas. El poder de universalización de modelo occidental es una fuerza considerable que afecta ahora a toda la humanidad en grados diversos.

En las terapias sistémicas se identifica a un individuo que expresa inconscientemente la disfuncionalidad de una dinámica familiar. Del mismo modo, las toxicomanías revelan hoy en día la enfermedad colectiva occidental que consiste básicamente en la negación de la subjetividad y la naturaleza trascendental de la realidad humana. La espiritualidad es rechazada como siendo un sub-producto de la mente y un espíritu "libre" sería un individuo sin raíces, sin obligaciones, sin memoria, sin límites, sin ataduras. En realidad, este sujeto idealizado, en un sistema auto-referencial cerrado se encontraría preso de sí mismo y entregado a todas las fuerzas psíquicas inconscientes individuales y colectivas. En otras palabras, se trataría de un ser "salvaje". Representa un sujeto fácil de manipular por los intereses mercantiles que en su afán insaciable de lucro tratan de estandardizar al individuo para facilitar el mercado de la gran distribución. Desprovisto de solidez interior y engañado por su seudo-libertad, se presta a la uniformización del mercado como de las sectas o de los sistemas políticos u religiosos autoritarios. Tenemos aquí a un buen candidato al fanatismo y a todas formas de dogmatismos. Así cuando decimos "el adicto" nos referimos al individuo occidental tal como se estructura en todos nosotros: no se trata del "otro" sino de yo, de tu de él o ella.

El adicto se encuentra libre de todo límite, rompe todas las barreras y puede llegar a todas las aberraciones... siendo de hecho preso de la droga. Y a mirar bien, no es la droga, una simple sustancia, que lo encierra, sino la potencialización de su imaginación egótica por energías psíquicas no integradas a su Yo fundamental (su Self) y que se comportan como fuerzas autónomas que se apoderan de su yo infantil. De algún modo, el sujeto se encuentra en estado de posesión porque habitado por energías psíquicas que lo esclavizan y escapan de su control.

Su pérdida de identidad psíquica se refleja en la similar pérdida de identidad espiritual, cultural, y luego sexual y somática. Desaparece la diferenciación del sujeto, el proceso de individuación, el reconocimiento de la unicidad del ser. El individuo tiende a regresionar a formas fusionales en todos los ámbitos de su vida. Se traduce a nivel físico por el aumento exponencial de las patologías degenerativas o de inmuno-deficiencia. Se manifiesta a nivel psico-afectivo por el crecimiento incesante de los procesos disociativos y en especial de las crisis de brote psicótico. El mercado enorme de los fármacos psicotrópicos y antálgicos nos pinta una sociedad que vive bajo anestesia permanente y rechaza todo esfuerzo hacia el crecimiento individual y su inevitable tránsito por el sufrimiento.

Aplicaciones del Ayahuasca en contexto occidental

Las prácticas tradicionales de los EMC nos enseñan a acceder al conocimiento de sí mismo sin apropiarse de los elementos de soportes que permiten el acceso a una conciencia no ordinaria. Los pueblos indígenas tienen una reverencia enorme para con las plantas o elementos de la naturaleza que les revelan realidades escondidas a la conciencia ordinaria. Pero, sus usos no se constituyen en religiones donde se diviniza el Ayahuasca, el Peyote o la Iboga que se consideran como manifestaciones de una dimensión divina trascendental incognoscible. La creación de nuevas iglesias vinculadas al uso de una planta-maestra (Santo Daime, Native American Church, Bwiti...) carecen de raíces ancestrales y son formas sincréticas que incluyen algún elemento del mundo occidental. Son generalmente intentos de recuperación de los orígenes culturales o espirituales individuales inscritos ya en un contexto occidentalizado.

El Ayahuasca así como todas esas plantas maestras dan así acceso a realidades del mundo invisible que se hacen entonces visibles a la conciencia. Son plantas visionarias. Los científicos occidentales desconectados de su yo profundo e ignorantes de la realidades del mundo-otro no supieron reconocer en esas visiones manifestaciones del mundo de las Formas o del Numen. En su incapacidad de identificar el material simbólico surgido, proyectaron su percepción disociativa de la realidad para calificar a esas visiones de "alucinaciones" y a esas plantas como "alucinógenas". La alucinación supone la ausencia de un objeto real y por ende la producción de una imagen en base a la falsificación de las percepciones. La clínica demuestra que no es así y que las visiones inducidas por el Ayahuasca poseen un alto grado de coherencia en relación a la vida del sujeto. Requieren un proceso de interpretación a la manera de la lectura simbólica de los sueños.

Los pacientes con baja capacidad de simbolización como muchos toxicómanos se benefician útilmente de la inducción visionaria. De hecho la invasión de su psique con experiencias avasalladoras que lo hacen regresionar a estados fusionales pre-verbales, no les permite acceder a una verdadera palabra. La conscientización de su problemática mediante el "ver" les otorga la posibilidad de tomas de conciencia sin pasar por el lenguaje. Luego se accede al verbo descriptivo de las escenas simbólicas visualizadas y se va reajustando paulatinamente un verbo auténtico, conectado con la emoción.

El Ayahuasca se presenta así como una matriz psíquica donde, en un contexto adecuado, un sujeto puede revisar los archivos de su memoria conceptual, emocional y somática. En esta exploración encontrara "nudos" dolorosos individuales, colectivos y hasta universales que pueden liberarse mediante crisis catárticas que abarcan el cuerpo (vómitos, diarrea), la emoción (llantos), y la conciencia cortical superior (tomas de conciencia). Siendo protagonista de su propia exploración donde es observador y observado a la vez, podrá decidir en esas mini crisis emergentes el camino de la vida por el cual optar. La intensidad de la experiencia genera una nueva engramación profunda (o anclaje), una reparación de las memorias dolorosas integradas en un sentido más amplio de la vida. La sesión de Ayahuasca bien conducida se vive entonces como una experiencia semántica, portadora de sentido y por ello sumamente sanadora.

El individuo puede averiguar por sí mismo la veracidad de las afirmaciones de las tradiciones expresadas en los mitos, las leyendas, los relatos simbólicos de su cultura. A partir de allí, su fe se basa en el conocimiento directo y no en la aceptación ciega de lo que se le propone. La fe que expresa una adhesión de la inteligencia a verdades reveladas constituye una verdadera sabiduría como es el caso de la enseñanza iniciática indígena. No participa de la acumulación de informaciones inaveriguables como se observa en la enseñanza occidental académica donde el individuo no tiene los medios técnicos para averiguar lo que se le afirma y debe prestarle crédito ciego. Este individuo, repetirá luego lo mismo a sus alumnos, creando de este modo una cadena repetitiva que se parece a una forma de psitacismo verbal que puede fácilmente degenerar. A nivel de psicoterapia, el Ayahuasca autoriza al paciente a acceder por sí mismo a la contemplación de su mundo interior y averiguar la certeza de las propuestas interpretativas de su psicoterapeuta. No debe creer el diagnóstico de su psicólogo sino averiguarlo y eventualmente corregirlo, contemplarlo y hasta descartarlo. La fuerza de convicción de tal proceder donde el sujeto es pleno partícipe de su terapia es clínicamente admirable. Es frecuente ver a un paciente en fin de sesión de Ayahuasca confesar humildemente sus errores que se hicieron tan evidentes que no puede más que reconocerlos, solicitar el perdón y corregir su rumbo de vida.

El Ayahuasca actúa como un suero de la verdad pero sin jamás violar la intimidad del individuo ya que como lo señalamos antes, dentro del contexto ritual de contención simbólica, la intencionalidad del sujeto es primordial e instituye un orden sub-yacente a la experiencia. Si una persona no quiere realmente acceder a su mundo interior o en ciertos espacios de ellos, no lo hará por más cantidad de ayahuasca que ingiere. Simplemente no pasará nada. Es común observar a pacientes que esconden ciertos aspectos claves de su pasado por miedo o vergüenza... en este caso, el sujeto no percibe ningún efecto del brebaje. Por ello, en muchos grupos étnicos, la confesión inicial de los errores, faltas y transgresiones en relación a las leyes universales de la vida, constituye un paso previo a la ingesta de la planta iniciática. La falta de sinceridad es la principal contra-indicación a la toma de ayahuasca. La motivación del paciente se va construyendo paulatinamente a medida que se da cuenta que no avanza en su proceso mientras otros sí lo hacen cuando participan de las mismas terapias.

En el contexto indígena la cosmovisión que impregna de manera permanente la cultura y la vida cotidiana permite ubicar inmediatamente las vivencias rituales con EMC. En la ausencia de una cosmovisión coherente y unificada en el mundo occidental, las inducciones de EMC deben necesariamente ser seguidas de procesos de integración cortical, en especial mediante la verbalización de lo vivido y una retro-alimentación (feedback) del guía, terapeuta o quién dirigió la sesión. La tarea fundamental del terapeuta en este caso es de discernir la fuente de las informaciones del sujeto para distinguir entre los datos surgiendo del Yo profundo y los elaborados por su yo superficial egotico. La conexión con este Yo profundo es muchas veces soprendente para el sujeto que desde su localización del yo mental no reconoce la expresión del Self y lo percibe como una fuente ajena. La sensación vivida por el sujeto es entonces la de una enseñanza surgida de una fuente de gran sabiduría, de gran rigurosidad e inteligencia. Este Self conecta al individuo con la psique colectiva, con arquetipos universales y con la dimensión trascendental de la vida, el mundo de la Formas o mundo numinoso. No es raro ver sujetos analfabetos acceder a conocimientos ajenos a su cultura y describir figuras míticas descritas en los mitos griegos por ejemplo. Esa "extrañeza" de la fuente de enseñanza ha conducido los indígenas a calificar al Ayahuasca de "planta-maestra" en el mismo tono como Graf Durckheim en Occidente señala la existencia del "Maestro interior".

El Yo profundo o trascendental, dentro de un contexto ritual de contención simbólica adecuado, no es percibido como amenazante y queda bajo la regulación del super-orden establecido por el maestro o terapeuta. Este sistema permite al sujeto acercarse al famoso "núcleo psicótico" sin que se produzcan fenómenos disociativos peligrosos. El eventual hiato psíquico (clivage) se puede explorar para desactivar su potencia desintegradora para luego recuperar su integridad dentro de la cohesión establecida por la forma ritual y la persona del maestro de ceremonia que evidentemente requiere para sí mismo estabilidad mental y serenidad emocional.

El Ayahuasca permite desplazar la problemática vivencial de los pacientes en el escenario de lo imaginario para permitir la re-elaboración de sus conflictos intra-psíquicos. Surgen entonces elementos psíquicos que escapan al control del paciente, surgiendo de fuentes ajenas a su yo habitual y que le permiten encontrar nuevas opciones resolutivas. El Ayahuasca activa procesos de reparación psíquica como por ejemplo:
• aumento de la acuidad intelectual
• aumento de la capacidad de concentración
• afloramiento de memorias y recuerdos
• reformulación de conflictos
• reducción de la ansiedad
• identificación de la "sombra" que entonces deja de poseer al sujeto
• reducción de los fenómenos proyectivos
• gratificación rápida del esfuerzo con aumento de la tolerancia a la frustración
• mejora de auto-estima mediante el descubrimiento de una dimensión trascendental única del yo

El Ayahuasca es ingerida por vía oral y respeta las barreras naturales digestivas del organismo. Además, sus alcaloides se encuentran en la sangre y el cerebro humano y se describe lo que se llama una "endoayahuasca". La glándula pineal, el tercer ojo de las tradiciones esotéricas, secreta los alcaloides triptamínicos que provocan los fenómenos luminosos y se encuentra muy aumentado en experiencias extremas de la conciencia humana como en la NDE o los estados místicos. No se trata de principios activos ajenos a nuestra naturaleza. Las tomas reproducen entonces mecanismos fisiológicos naturales, amplificándolos. Es admirable observar la coincidencia entre las manifestaciones del cerebro reptiliano y las muy altas frecuencias de visiones de serpientes hasta en ciudadanos que no tienen ningún vínculo con una vida silvestre. El Ayahuasca genera en la mente una estructura-energía al modo de los campos morfo-genéticos de Rupert Sheldrake que corresponde a su forma visible de liana enroscada sobre sí misma, en conformidad con la teoría de las asignaturas. La forma sensible refleja la Forma insensible.

La intensidad de la experiencia y su dramatismo suscitan interrogantes agudos sobre el sentido y la naturaleza de lo real, de la vida, de la enfermedad, de la muerte y de todo el universo que nos rodea. Nos dan la medida de nuestra ignorancia sobre nosotros mismos y el mundo y restablece un estado de humildad sanadora frente al misterio trascendental de la existencia humana.

El Ayahuasca asocia entonces varias funciones simultáneas :

• efectos somáticos de reequilibrio del sistema nervioso autónomo simpático
• efectos reparadores en procesos psicoterapéuticos
• re-integración de la dimensión semántica de la existencia humana
• efectos purificantes, purgativos y catárticos en todos esos niveles

El Ayahuasca representa entonces un poderoso instrumento de sanación del ser humano en sus diversas dimensiones, restableciendo orden y armonía. Su función esencial consiste en realizar procesos de RECONCILIACIÓN. Reconciliación con nuestra biografía, con nuestros orígenes familiares y culturales, con nuestro cuerpo, con nuestra historia individual y colectiva. El reordenamiento de nuestras diversas instancias es eficaz y duradero sólo si se inscribe dentro del Orden Universal donde la reconciliación fundamental se debe hacer con nuestra naturaleza humana que se revela portadora de su fuente divina. En un mundo occidentalizado que globaliza también dramáticamente sus deficiencias y sus fracturas, el restablecer puentes conciliadores se ha vuelto una emergencia: el uso correcto del Ayahuasca y las sabidurías ancestrales pueden contribuir poderosamente a alcanzar esta meta.

El ser humano sabe quién es en el fondo de su alma, pero se le olvidó. Recobrar la memoria es recuperar los orígenes. Somos amenazados por el olvido colectivo tan bien ilustrado actualmente por la endémica demencia senil o enfermedad de Alzheimer que se asemeja a una regresión en la inconsciencia infantil. Una lengua altamente simbólica y sagrada como el hebreo nos revela que la estructura de la palabra "recordar" es la misma que la que significa "ser hombre".

El ser humano en su plenitud se acuerda quién es haciendo memoria de su filiación.

El artículo completo lo pueden leer aquí:
http://www.takiwasi.com/docs/arti_esp/Ayahuasca_memoria_y_conciencia.pdf

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