La Virtud Curativa Del Tambor Se Explica Con Una Regla De Tres.
La otra noche andaba yo de lado sobre el lado norte de la almohada cuando... ¡zas! ¡te pillé cornudo! Escuchaba a la perfección el ritmo de mi corazón, sumado a las sinergias trompeteras de los correspondientes flujos sanguíneos, que vuelan como el ferrari de alonso...
Casi sin querer llevé mis manos a mis piernas y empecé a copiar ese ritmo que me temblaba en la sien, así como en cada uno de mis rinconcitos ¿sí pero cuantos? (esto lo dejamos para el apartado de fractalidad)...
Poco a poco fuí acelerando el ritmo de mismanos-piernas mientras me deleitaba enmedio de tan peculiar, si bien tenaz mente corrientucho, concierto tan pristino.
Uséase que no está del lado de recordar agora las suculencias enteogénicas posibles a las que me hubiera dado endenante por disfrutar, pues sencillamente, ahora no me acuerdo...
Cambiando, subiendo, variando en suma mi ritmo manual, disfruté muy mucho, igual que ahora en este recuerdo tan internautico-sonoro, de esa mezcla, tan cercana y tan lejana, entre los ritmos de mi corazón, y los que como deriva natural de Maturana iba entrelazando "con la otra batería".
Y así resulta que parece resultar resoltona la idea de que los ritmo musicales derivan en las distintas culturas y pueblos precisamente del (del) corazón. Fijaros: ¡Es que no nos deja ni escribirlo siquiera! (pues suena mal, muy mal, fatal incluso). Pura redundancia...
Una vez aquí, el rubicón ya hemos pasado.
Y la regla de tres.
Ya tenemos aquí.
Si todo quehacer.
Ritmo Es.
Si Aprender.
Es Quehacer.
¿Paqué Hacer!
"La Percusión Cooperativa Y Espontánea: Un Método Óptimo De Prevención De La Enfermedad Coronaria" (Co-e-yembé)
"Cooperative-Spontaneous-Drumming: An Optimal Method Preventing Coronary Diseases" ( Co-s-drumming)
Tal fué el título de la conferencia que celebramos en hora de clase enmedio del jardin botánico de la universidad de Málaga, bajo una pérgola umbráculo preciosa, con estanque incluido.
Nos tiramos nueve meses borrosos nueve lunas en el interior de un tambor de agua, a temperatura "ambiente". Sin preocuparnos ni siquiera de respirar. El volumen del "equipo" se decide dentro de un cierto consenso, donde la criatura, poco a poco, tras concienzudas e inseparables lecciones magistrales de filosofía de la vida, vivita y coleando, "inventa" el sus propios ritmos, que van siendo acompasados por los propios de la directora de orquesta.
La mamá, es como una muñeca rusa, con otra muñeca dentro, u otras... la cosa es que tras cierto tiempo de simbiosis "tipo-muñeca-rusa", allá que escuchamos un concierto de dos corazones para dos o más criaturas. ¡Ocho cámaras! ¡Pares de sistoles y de diástoles! ¿Qué extraño! parecierase un ser de otro planeta, quizas de uno que tildan "gaya"...
La niña es chica pero de tonta no tiene ni un pelo. No sabemos como se las hablá arreglado, pero la muy listilla sigue a su mamá a todos lados. No la deja ni a sol ni a sombra. la vigila estrechamente. desde su tambor de agua. como se llamaría un tambor de agua en el que estuviéramos tantos mese dentro. un tambor de agua tiene un sonido como cuando hablas debajo del agua en una piscina. parece algo gutural labial, con emmmmme....
Hay un conjunto o sistema de ritmos sincopados. Entre la mamá y la criatura. Es un ritmo, el del corazón, que nos acompaña toda nuestra vida. Me ha venido, como comparación, las ventajas a la salud y al bienestar humano y social, y ecológico, que tendría aleccionarnos un poco en, y seguir el calendario lunar, incluso mixto por lo menos. son ciclos naturales a los que parece que le hubiéramos dado la espalda. luna y corazon, corazon y luna, al fin y al cabo ritmos. ellos, tranqui, nos siguen siguiendo a nosotrxs tan escrupulosamente como desde el primer día. Aunque no les echemos cuenta. Ahora bien, o incluso mejor, si les echamos cuenta y los realimentamos conscientemente (al principio, pues en cuestión de música y de ritmos, la consciencia se diluye líquida mente en los propios ritmos acompasados ahora por la mamá música, que nos embarga tanto como si siguiéramos "en nuestra carcel de oro", oro líquido, que retumba, vibra, se mueve, ondula, se agita, salta con la mamá...
la musica pues nos sumerge de nuevo en un utero. igual podemos libremente decir de las catedrales, antiguas (cuevas, barrancos) o premodernas. por eso el sonido de la lluvia nos suena como agua de mayo. al menos en donde las lluvias son estacionales. esa lluvia es hija nieta o tataranieta de la primera lluvia, aquella tras la condensación del cuerpecito de la mamá de la mamá, o abuelita gaya, cuando cogió aquél enfriamiento, ¿no tacueldas? es que anduvo en refriega con sus parientes, discutieron y se separaron, pero sólo en el mundo maya.
la musica crea el ecobrain perfecto. nuestra isla de deseo. tras bregar con la rica sensosfera urbana. acordes que seguimos oyendo quizás años y años. memoria sináptica diacrónica. impulsos que casan con otros muchos diferentes impulsos. al final un concierto continuo y lo demás que más dá
va creciendo nuestro embrión y sigue su concierto sináptico, su consenso (sensorial sobra, porque es de cajón).
unos ritmos que hacen la base.
otros muchos y diversos que entran en escena
cuando entran
vivencias
ecografiadas
sabia
mente
eterna
universal
tralarí
tralará
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